Les escribo más que nada porque quiero tener a alguien a quien
poderle contar mi historia real, verdadera que estoy viviendo en
este momento. Yo soy delgado, 1.70 m. Peso 67 kg. De 36 años y
cabellos entrecano. Mi mujer es morochita con el cabello cortado a
lo varón tiene 30 años, 1.65 de estatura y lo más lindo que tiene
son sus caderas que es angostita, rematado con un hermoso culo,
chiquito y bien parado. Tenemos 2 hijas, la más grande tiene 3 años
y la otra uno y medio.
Lo que nos llevo a esta situación fue el que yo no tuviera trabajo
debido a que en la provincia en la que vivimos hay una pobreza
increíble (vivimos en la provincia de Corrientes en Argentina),
estábamos pasando muchas necesidades. Claudia mi mujer estaba
embarazada de 5 meses de nuestra primera nena, ella me dijo que
saldría a buscar trabajo porque no aguantaba más esta situación(no
teníamos ni pan duro para comer), cuando le pregunté a dónde iba a
ir me dijo que en el diario hay un pedido para secretaria de una
firma de abogados. A las 3.30 de la tarde se fue al centro al
estudio de los abogados yo me quedé preocupado porque sabía que a
una mujer embarazada era muy difícil que la tomaran.
Llegó pasado las 5 de la tarde con una cara, lo primero que le
pregunté era si se sentía bien qué era lo que le pasaba Claudia me
contestó que nada que estaba cansada. Le pregunté si quería tomar
unos mates mientras me contaba cómo le fue con la entrevista.
("mate" es un preparado de hojas molidas de una planta que se llama
Yerba Mate, es muy común en la Argentina y Uruguay), estando ya
mateando me dijo:
Sabes lo que me dijo el abogado que me entrevistó, que él lo que
quería era a una chica para calmarle los nervios y sus necesidades,
me quedé sorprendida y después remató diciendo me entendés, lo que
quiero es una mina que se abra de piernas cuando se lo pida, sin
chistar ni lloriqueos. Vas a ganar muy bien. Si aceptas el trabajo
te quiero mañana a las 8 para empezar a trabajar.
Yo estaba sorprendido aunque me lo esperaba porque en este país es
muy común que pasen estas cosas. Empezamos a conversar este tema
como es mi carácter tranquilo y en un momento dado mi mujer se enojó
y gritando me dijo -lo que pasa es que vos no tenés carácter para
nada, no servís para nada o no te has dado cuenta que desde que nos
casamos el que lleva los pantalones en esta casa soy yo. Aunque me
duela admitirlo es cierto mi mujer tiene un carácter fuerte y me
domina enseguida aparte que la amo tanto, la necesito tanto que
callé y no se habló más del tema. Cuando nos estábamos acostando le
pregunté si mañana iba a salir a buscar trabajo -no sé mañana te
aviso.
A la mañana siguiente me desperté tarde, cuando estaba preparando
unos mates vi en la mesa una nota que decía -anda a lo de don
Joaquín y pedile que te fíe para la comida. Vuelvo al mediodía, Me
fui a trabajar. Con mucha bronca y desilusión limpié la casa y
preparé la comida. A las doce sentí un auto que paró en la puerta y
después entró Claudia me saludo y se sentó en la mesa a comer yo no
aguanté más y le pregunté como le fue en el "TRABAJO" -bien al
parecer le gusta mi pancita porque se la pasó acariciándomela. Y qué
más pregunté yo. -también me tocó las tetas y me preguntó si ya
tenían leche. Yo no aguanté más y le dije, sos una puta de mierda.
Ella lanzándome un bollo de pan por la cara dijo. -sí soy una puta
pero por tu culpa, yo no quiero seguir pasando más necesidad y si no
te gusta me voy a la mierda de esta casa y se fue a la pieza,
después de unos minutos me paré y me dirigí al cuarto y cuando vi
que estaba haciendo las maletas se me vino el mundo abajo. Reconozco
que soy muy maricón porque lo primero que hice fue abrazarla y
llorando le pedí perdón.
Claudia que también estaba llorando me dijo -éste es mi trabajo te
guste o no y no quiero que discutamos más sobre el tema si querés
que me quede. -Esté bien lo que tú digas. Fue lo único que pude
decir.
Para las cuatro de la tarde estábamos los dos en la vereda esperando
a su jefe que la pasara a buscar, cuando llegó me dio un beso de
despedida y se fue.
Cuando llegó a la noche me saludó con otro beso y le pregunté cómo
le fue, -mira te voy a decir lo que tanto querés escuchar, se la
pasó toda la tarde tocándome el culo y las tetas hasta me chupó una
para ver si le podía sacar leche, cuando dijo eso se largó a reír,
risa que me contagió.
Luego dijo que estaba cansada que se daría un baño y se acostaría (a
los dos meses me enteraría que su jefe le rompió el culo el primer
día, encima dos veces una a la mañana y otra a la tarde además
estuvo mucho tiempo de rodillas chapándole la pija, por eso el
cansancio).
Antes de que cumpliera una semana de trabajo estaba mi mujer leyendo
unos papeles en la cama y yo acostado a su lado viendo la tele me
dijo -Toma fírmame estos papeles que mañana los tengo que presentar
sin falta. Qué es le pregunté -Es mi contrato de trabajo, no es
obligación que lo firmes pero si le haces va a ser mejor para todos.
No podía creer lo que leía, mi mujer me miraba de reojo para ver mi
reacción. No recuerdo muy bien lo que decía todo el documento pero
lo más destacado era que Claudia tenía un estricto horario de
entrada pero no de salida.
Que cuando el estudio lo considerara oportuno tendría que hacer
horas extras inclusive feriados y fin de semana. Y otros puntos que
sinceramente no me acuerdo pero que decía claramente que podían
disponer de mi mujer cuando ellos quisieran. En realidad era un
papel sin valor alguno, pero que mi mujer redactó para tener
tranquilidad y para mostrarle a su jefe que yo estaba de acuerdo.
-No te preocupes mi amor Alberto no es lo que pensábamos es tierno,
cariñoso y además me trata con mucho respeto delante de otras
personas y quiere que vos estés de acuerdo con esta relación.
Al otro día, al mediodía cuando estábamos comiendo Claudia me
entregó unos papeles diciendo. -Toma léelo aquí están mis deberes y
obligaciones de trabajo y también los tuyos.
Reglas indispensable de una secretaria
-Estar siempre disponible a cualquier hora del día y de la semana.
-Usar siempre minifaldas y blusas fáciles de sacar.
-Queda totalmente prohibido usar ropa interior (sólo podrá usar
tanga en los días de menstruación).
-Deberá tener todo el cuerpo completamente depilado (brazos,
piernas, axilas y pubis).
-El marido se encargará de la depilación asegurándose que su mujer
vaya debidamente presentable al trabajo.
-La secretaria deberá tener un corte de pelo al estilo varón.
-La secretaria deberá estar atenta a los requerimientos de su patrón.
-La secretaria deberá ofrecer cualquier parte de su cuerpo cuando
vea o presienta que su patrón necesita relajarse.
En realidad es mucho más largo pero puedo asegurarte que es
asqueroso.
Cuando estaba por protestar Claudia me dijo -Estas son las reglas
del juego si la respetamos vas a ver qué pronto vamos a estar mucho
mejor. Tiempo después cuando ya no había secretos entre nosotros me
enteré que fue ella también la que redactó sus propias reglas sólo
para ver mi reacción, pero le salió el tiro por la culata porque sin
pensarlo se lo mostró a Alberto (su jefe) para que vea mi firma
dando consentimiento a las reglas.
-Ya que has escrito tus propias reglas y tu marido las aprobó te vas
valer de ellas como tu nuevo estilo de vida.
Con apenas una semana de trabajo de mi mujer yo estaba aquella noche
depilando completamente a Claudia.
Al siguiente fin de semana era viernes, como eso de las 1.30 de la
madrugada yo la estaba esperando porque era muy tarde, llega mi
esposa completamente desnuda sólo los zapatos tenía puestos, -
Alberto quiere hablar contigo esta afuera esperándote. Cuando iba
por el pasillo porque vivimos al fondo de un terreno me di cuenta
que mi mujer estaba detrás mío.
-Qué tal vos sos Osvaldo el marido de Claudia.
-Sí, mucho gusto vos sos Alberto.
-Sí, el patrón de tu mujer, mira qué hermosa, así me gusta tenerla.
Claudia que estaba al lado de nosotros rió y se abrazo a la cintura
de Alberto.
-Bueno te quería ver para avisarte que mañana sábado al mediodía
prepares un asado para los tres aquí en tu casa, OK.
-Sí con mucho gusto.
-Vamos putita, ah tu mujer se va conmigo, a las 11.30 ó 12 del
mediodía estamos por aquí.
Después que se fueron pensé, y si pasaba alguien por la calle y veía
a mi mujer desnuda. Y también me di cuenta que estaba muy excitado
porque Claudia iba a pasar su primera noche fuera de casa durmiendo
en la cama de otro hombre y yo solo. Confieso que me hice una paja
imaginándome lo que ellos estaban haciendo.
Al mediodía estaba el asado listo cuando ellos llegaron. Mi casa
tiene medianeras de casi 2 m. de alto y el pasillo esta flanqueado
por dos paredones que pertenece a la casa de los vecinos. Claudia
apareció otra vez desnuda, venía con una enorme sonrisa, me abrazó y
me dio un hermoso y apasionado beso. (Le sentí un sabor raro pero no
dije nada) -Anoche lo pasé bárbaro, me dijo.
Alberto venía con un sacón largo que seguramente tenía puesto mi
esposa antes de llegar a casa. Estirándome la mano me saludó.
-Hola, Osvaldo y ya esté listo el asado se ve espectacular.
-Sí ya esta listo cuando ustedes quieran.
Mi mujer se acerca y me dice -Mira mi amor me estoy ensuciando toda
y poniendo una pierna en una silla pude ver que tenía un tapón en su
vagina, se paso la mano por la entrepierna y hablando bajo me dijo,
poniendo cara de mala, probá es el semen se Alberto, y quiero que me
limpies con tu lengua, demostrale que estás orgulloso de tu mujer.
Me hizo acostar boca arriba en el piso, puso un pie en cada costado
de mi cabeza y empezó a bajar hasta quedar con su concha a escasos
centímetros de mi boca. Miré para arriba y lo único que vi fue su
panza.
-Mi amor sosteneme que en esta postura me canso mucho. Con mis dos
manos la sostenía de sus nalgas. Ella antes de sacar el tapón me
dijo. -Abrí bien la boca que caiga todo adentro. Fue una gran
cantidad de semen y jugos de mi mujer lo que tuve que tragar.
Alberto que se sentó frente a ella le dijo. -Mové los músculos de tu
vagina para que caiga todo. Estuvimos como 15 min. En esa posición
yo tirado en el medio del patio con Claudia sentada sobre mí.
-Bueno listo, terminen que tengo hambre.
-Mi amor terminaste, le dije que sí. Se levantó y fue hasta Alberto
quien le metió dos dedos dentro de la concha, al sacarlos los miró
detenidamente.
-Buen trabajo Osvaldo.
Luego de eso nos sentamos a comer, la charla fue amena y divertida
porque hizo comentarios sobre algunos casos judiciales que tenía, ya
en los postres mientras estaba yo en la cocina, mi mujer se acercó y
me dijo:
-Mi amor quiero que me entregues a Alberto así con tu permiso él
pueda usarme cuando lo desee.
-Y cómo es eso, aparte él ya hace lo que quiere contigo.
-Sí, pero a él le gusta hablar de frente, y aclarar las cosas.
-¿Qué tengo que hacer?
-Mientras me visto te explico.
Se puso un camisón de dormir color blanco, ropa interior y se sacó
los zapatos negros que llevaba. Cuando llegamos frente de Alberto,
Claudia me apretó la mano al ver que yo no reaccionaba, entonces
dije:
-Alberto, aquí... aquí te entrego a mi mujer incondicionalmente para
que hagas con ella y de ella, lo que desees.
Él mirando a mi esposa le dijo. -Y vos, ¿estás de acuerdo? -Sí,
totalmente.
Mirándome me ordenó. -Sácale el vestido. Claudia quedó en ropa
interior.
-Ahora el sostén y la tanga. Mi mujer volvió a quedar como dios la
trajo al mundo.
-Acérquense, pero primero pellízcale los pezones se los apreté muy
fuerte ella se quejó pero los pezones le quedaron duros y parados,
tomando a Claudia con la mano izquierda por la cintura y la derecha
tomé su brazo, nos acercamos y volví a decir, -con mi aprobación se
la entrego, y estamos a su servicios. Él tomando la mano de Claudia
comentó:
-Así me gusta debidamente presentada, la hizo arrodillarse entre sus
piernas y estirándole fuerte del pezón izquierdo dijo: -Ahora sí sos
completamente mía, al igual que tu esposo espero obediencia y total
dedicación hacia mí. Mi mujer sólo movió la cabeza en señal de
aprobación. Él se levantó de la silla y con una enorme sonrisa me
dio la mano mientras me abrazaba y palmeaba mi espalda.
-Quiero que sepas que te respeto y te admiro mucho más que los
cabrones éstos(refiriéndose a los políticos y jueces con los que él
tiene mucha relación).
-Párate mi amor, vamos a brindar por este nuevo y definitivo acuerdo
salud.
-Osvaldo, por qué brindamos.
-Por los tres y porque seamos felices, salud.
-¿Claudia?
-Porque espero hacerte feliz, y porque estoy muy orgullosa de mi
marido, salud.
Dándole un chirlo en la nalga a Claudia, le ordenó que fuera a
preparar el dormitorio, luego comentó:
-Estoy muy cansado, y tengo mucho trabajo para este fin de semana.
Me voy a recostar un rato. Y se fue para el dormitorio.
Yo levanté la mesa y limpié la cocina, cuando estaba por sentarme a
descansar escucho el televisor que teníamos en la pieza, al asomarme
por la puerta veo a Alberto acostado desnudo y leyendo el diario. Al
verme me hizo una seña de silencio y me indico que trajera una
silla. Me senté a su lado y dijo:
-No es hermosa.
Mi mujer estaba atravesada en la cama con su cabeza apoyada en la
entrepiernas de él y con su miembro flácido dentro de su boca,
estaba completamente dormida.
-De a poco se está acostumbrando a dormir con su chupete.
Mientras tomábamos un whisky Alberto empezó a preguntar.
-¿Cómo te sentís? ¿cómo se llevan ustedes?
-La verdad me siento raro no sé, con un poco de vergüenza y nuestra
relación tengo que admitir es muy buena, cuando hacemos el amor lo
hacemos con mucha pasión cosa que antes no ocurría.
-Y qué opinas sobre las obligaciones que vas a tener de ahora en más.
-Jamás pensé que tendría que probar el semen de otra persona ni
tampoco hacerlo delante de otro hombre.
-No te preocupes, ya te vas a acostumbrar y no sólo a eso sino
también a verme cómo disfruto con tu mujer. Claudia me dijo que a
vos te gusta que te dominen que sos muy sumiso por eso voy a repetir
lo mismo que le dije a ella. Quiero que vos te encargues de su
higiene, como lo hiciste hace rato. Ella va a venir todo los días
con su concha y culo llenos de mi semen para compartirlo contigo.
También quiero que controles que no se bañe cuando llegue, sino que
lo haga un rato antes de salir para su trabajo, entendiste. Mi
intención es que ustedes se acostumbren al olor del que ahora es su
dueño, que cuando se acuesten para dormir lo hagan con el perfume a
sexo y el olor a semen que trae tu mujer. En cuanto a las relaciones
entre ustedes te doy permiso para que tengan dos veces a la semana,
por supuesto el fin de semana no cuenta. ¿OK?
-Sí Alberto.
-Ah, otra cosa no me gusta que me llames así, decíme Mi señor o Amo
dentro y fuera de esta casa, está claro.
-Sí mi señor.
-¿Qué nombre te gusta para tu mujer ¿Puta, perra o esclava?
-Perrita, dije yo.
-Esta bien de ahora en más, en todo momento y lugar se va a llamar
perrita.
-Bueno brindemos por la perrita y por vos cornudo. ¿Te molesta que
te diga cornudo?
-No, si estamos entre nosotros.
Después de eso hablamos por mucho tiempo sobre lo que tenía que
aceptar y acostumbrarme. Una de esas cosas era que perrita iba a
pasar mucho tiempo fuera de casa.
Como a las cinco de la tarde mientras yo leía el diario "Mi señor"
entró al baño desnudo y perrita detrás con un cepillo de dientes
nuevo, se lo entregó y después mientras mi señor se limpiaba los
dientes ella se arrodilló detrás de él con sus manos le separó los
cachetes y empezó a lamerle el culo. Yo me excité y empecé a tocarme
la pija, ella me vio y me brindó una hermosa sonrisa para después
seguir con su trabajo.
Cuando mi señor salió del baño, caminó hacia mí y dijo:
-Vaya, te excitó ver el trabajo de mi perrita. Mi mujer se abrazó a
su cintura y con la mano derecha le empezó a hacer una paja muy
lenta.
Perrita al ver que no sacaba los ojos de la pija de nuestro amo dijo:
-Mide 20 casi 21 de largo y la cabeza que es lo más ancho cinco y
medio (es bastante cabezona y colorada)
-Vamos a enseñarle cómo entra en tu culo mientras él se masturba.
-Ponte en cuatro con el culo apuntando a tu marido y apoya la cabeza
en el piso, Osvaldo pásale la lengua por el culo y déjale mucha
saliva.
Cuando termine me volví a sentar, ya con mi pija en la mano. Él puso
sus piernas a cada lado dándome la espalda.
-Observa cómo entra.
Agarrándose la pija con una mano y agachándose apoyó la cabezota en
la entrada, hizo presión y la cabeza entró al mismo tiempo que
perrita daba un fuerte quejido, se quedó un minuto así y después
empezó un sube y baja tan potente que en tres movidas sus grandes
huevos chocaban en la concha a su vez ésta se abría por completo
dejando ver su agujero. Con un fuerte chirlo en una nalga dijo:
-Vamos quiero escuchar lo que te enseñé.
Cuando él bajaba perrita decía "abro" y cuando subía "aprieto".
Por casi 10 min. Escuché:
-Abro, aprieto, abro, aprieto ¿le estoy dando placer amo?
-Sí, seguí que lo estoy disfrutando. Y... te gusta lo que ves.
-Es increíble, fue lo único que dije.
-Ahora viene lo mejor, a ver puta abrí bien el culo que tu marido lo
vea.
De repente se paró sacando la verga del culo que hizo un ruido al
salir y un grito de mi esposa.
-Mira qué hermoso agujero que tiene.
Fue fantástico porque se le veía las paredes de su tripa y en
realidad no sé qué diámetro habrá tenido pero se le veía muy grande,
luego se la volvió a meter pero esta vez sin la ayuda de su mano y
de un sólo empujón que le volvió a sacar un grito a perrita. Por
otro buen rato lo único que se escuchaba era:
-Abro, Aprieto, ¿le estoy dando placer amo? Abro, Aprieto, mi cuerpo
le pertenece amo, abro, aprieto, me gusta ser usada por usted mi
señor, abro, aprieto, abro, aprieto, mi bebé se esta hinchando,
¿desea depositar su semen en alguna otra parte de mi cuerpo?
Al principio creí que se trataba de nuestro hijo que se estaba
gestando en su panza. Pero luego comprendí que perrita le llamaba
bebe a la pija de nuestro amo.
Este en un momento dado saco la pija del culo y con un fuerte
quejido derramó una buena cantidad de leche espesa en la raya del
culo de perrita, agarrándose la pija desparramó la leche por todo el
culo y la concha, mirándome ordeno:
-Ya sabes lo que tenés que hacer.
Sin pensarlo me arrodillé y con mi lengua limpié y tragué todo el
semen.
-Su perrita esta limpia señor, dije cuando terminé.
Él chasqueo los dedos y perrita se acercó de rodillas y empezó a
limpiar con su boca a su bebe. Perrita mirando a los ojos de su amo
le dijo.
-Ha quedado satisfecho mi señor. Al ver y escuchar eso, tuve un gran
orgasmo tirando mi leche al piso. Ellos empezaron a aplaudir y
riéndose decían: -Bravo, bravo.
Mi mujer se acercó a mí en cuatro patas, dándome un profundo beso
con gusto a semen y saliva dijo agradécele por lo que te mostró.
-Muchas gracias amo, por lo que me acaba de mostrar.
-Puff, y esto no es nada, te queda mucho por ver todavía. Ahora
anda, tráeme la ropa y vísteme que me tengo que ir a trabajar.
Cuando se estaban yendo perrita me dijo que no la esperara que
vendría recién el lunes al medio día que tuviera la comida preparada.
-Este es el primer día de una nueva vida, dijo nuestro amo. Los
miraba marcharse, él impecablemente vestido con su traje y mi mujer
completamente desnuda tomada de su mano y tocándose su pancita,
mientras pensaba: sí nuestras vidas han cambiado para siempre, sobre
todo los besos de Claudia, que a partir de ahora serán con sabor a
semen.
Tengo mucho más para contar, y bastante desagradable. Espero recibir
correspondencia de ustedes expresando su opinión y sus experiencias.
Sólo quiero tener a un amigo con quien desahogarme es todo.
jueves, 18 de febrero de 2016
De cómo me humilló mi mujer con su amante.
Una de las últimas veces que disfruté siendo un cornudo de mierda
fue durante un fin de semana en Madrid con Eduardo, uno de los
amantes de Rosa. Habíamos contactado con él a través de un chat,
como con casi todos, y antes de conocernos en persona habíamos
hablado bastantes veces por teléfono.
Eduardo estaba obsesionado por tener criados y si eran los maridos
de sus amantes mejor todavía. Le gustaba ser servido por un criado
servil como los de antes. Así que una vez contrastamos nuestros
gustos, quedó claro que yo iba a ser el criado de los dos mientras
me ponían a gusto los cuernos. Los tres estábamos de acuerdo con
nuestros papeles y Rosa me anunció lo bien que se lo iba a pasar
humillándome con su amante.
El primer día que hablamos por teléfono, Rosa y Eduardo estuvieron
un buen rato hablando de lo que íbamos a hacer, de cómo lo haríamos
y se reían imaginándose el momento. Antes de colgar Rosa me pasó el
teléfono para que saludara a Eduardo y éste me dijo lo siguiente:
"Eres un gilipollas por dejarme follar con esta tía tan estupenda,
gilipollas, ¿has oído? Además piénsate bien si vas a venir, porque
una vez estés aquí no vas a poder ni rechistar, vas a ser nuestro
puto criado y vas a estar las 24 horas a nuestro servicio". Yo no
hacía más que asentir, pero al oír esas palabras se me puso la polla
a cien y casi me corro de imaginarme la situación que me esperaba.
Me gustó mucho su actitud y Rosa estaba encantada.
Por fin quedamos un viernes en Madrid. Íbamos a pasar el fin de
semana en un hotel con la peculiaridad de que él volvería a dormir a
casa, pues estaba casado y ella, claro, no sabía nada. Eso también
me excitaba mucho. Pensaba que él follaba con mi mujer, pero que la
suya se la quedaba para él, de modo que yo le ofrecía todo y él
nada, me gustaba mucho, muchísimo.
Nos vino a recoger a la estación y desde que lo vi pensé que iba a
ser un amante estupendo para ella, todo un caballero, mientras que
conmigo iba a ser un chulo.
Habíamos quedado que esa primera tarde nos conoceríamos y luego, al
día siguiente, comenzaría todo en serio. Tomamos algo por ahí,
hablamos de los planes y de los roles de cada uno y poco a poco yo
me fui adaptando a mi papel de marido cornudo y sumiso. Eduardo
deseaba tener un criado a toda costa y le daba un morbo terrible que
éste fuera, además, el marido de su amante.
Rosa, por su parte, estaba encantada con un tipo tan bien plantado
que la trataba como a una reina, a la vez que disfrutaba
humillándome de esa manera. Yo, ni que decir tiene que me estaba
relamiendo del gusto ante el fin de semana que se me avecinaba.
Cuando nos despedimos, como yo ya había adoptado en cierto modo mi
papel, Eduardo no dudó en darle un largo beso en la boca a Rosa ante
mi presencia y luego se despidió de mí dándome unos golpecitos
paternalistas en la cara diciéndome con gran ironía y una sonrisa en
la boca: "Hasta mañana, Sebastián, descansa porque te espera
buena..."
Sólo con ese gesto subí empalmado a la habitación y Rosa lo notó en
el ascensor, lo que fue motivo para cachondearse de mí hasta que nos
dormimos. Por supuesto, esa noche no follamos, porque, como dijo
Rosa, tenía que guardarse para su hombre. Lo cual, evidentemente,
acepté de buen grado.
Llegó la mañana y nos despertaron unos golpecitos en la puerta. Abrí
semidormido y entonces entró Eduardo apartándome con un empujón y se
dirigió directo a la cama a abrazar a Rosa, que estaba desnuda en la
cama. Allí comenzó mi labor. Tuve que descalzar a Eduardo mientras
besaba a Rosa sin parar, se desnudó y se metió en la cama
para "catar" a Rosa y empezar a coronar mi cabeza con unos buenos
cuernos.
Mientras follaban tuve que bajar a encargar un desayuno para ellos
en la habitación, momento que aproveché a desayunar yo porque ya me
habían anunciado que sólo me dejarían los restos. Subí y los
encontré abrazados y charlando después de su primer polvo. Eduardo
sonreía pletórico, con un aire de superioridad que me dejaba por los
suelos, algo que Rosa sentía y disfrutaba haciéndoselo notar a
Eduardo. Cuando llegó el desayuno lo coloqué en la mesa y se lo
serví quedándome de pie a la espera de sus instrucciones.
Se ducharon y salimos en coche a comer a El Escorial. Saqué el coche
de Eduardo del parking y los recogí en la puerta del hotel. Yo era
su chófer y tenía que actuar como tal, de modo que les abría las
puertas, les esperaba de pie hasta que entraban. Por supuesto que
ellos iban sentados en la parte de atrás pasando de mí, hablándome
sólo para indicarme por dónde ir. Eduardo siempre hablaba haciendo
alusión a mis cuernos, a lo imbécil que yo era y lo buena que estaba
Rosa.
En el restaurante decidieron comer solos mientras yo les esperaba
fuera, en el coche, comiendo un bocadillo. Me sentía totalmente
humillado y fuera del juego y me dieron tentaciones de acabar la
historia, pero en el fondo la disfrutaba, me gustaba sentirme
cornudo de esa manera tan evidente y humillante.
Cuando salieron, Eduardo me hizo una seña y me acerqué con el coche,
volví a abrirles la puerta y ya sentados me preguntaron: "Qué, ¿has
comido bien? Ja, ja." Y se metieron en el coche riendo y charlando
como siempre. Me dijeron que parara en un parque cercano para pasear
y, como siempre, me quedé esperando en el coche.
Al cabo de media hora volvían despacio, agarrados, por uno de los
caminos de tierra del parque y me quedé observándolos mientras se
acercaban besándose. Me sentía como un cabrón gilipollas. Allí,
esperando a que llegaran para llevarlos a otro sitio y luciendo una
cornamenta que ya empezaba a pesarme. Al llegar al coche Eduardo me
dijo: "Tú, saca un trapo y límpianos los zapatos que por el parque
se nos han llenado de polvo."
Nadie rechistó, incluso ellos estaban serios y les parecía lo más
natural. Empecé por Rosa, que apoyó el pie en un banco cercano
mientras hablaba con Eduardo. Froté un rato sus zapatos hasta
dejarlos brillantes de nuevo. Luego le tocó a Eduardo que ni
siquiera alzó los pies al banco, de manera que tuve que arrodillarme
en el suelo para poder limpiarlos bien. Se reía mientras fumaba y me
decía: "A ver cómo lo haces, que si te sale bien te contrato, ja ja
ja."Entre tanto debió pasar alguna persona que se quedó mirando,
pero yo seguía mi trabajo y Eduardo disfrutaba de estas muestras
públicas de humillación. Le gustaba sentirse un tío poderoso delante
de todo el mundo y yo, con mi papel, le daba el juego estupendo,
aparte de follar con mi chica, pero eso de momento no lo sabía la
gente.
Después del paseo por el parque los llevé de nuevo al hotel. Ellos
se bajaron en la puerta y yo aparqué el coche en el garaje. Al subir
a la habitación noté cómo el conserje me miraba como diciendo: "Vaya
cuernos que llevas, tío." Llamé a la puerta de la habitación y
tardaron en abrirme. Salió Eduardo sin camisa y llegué a ver a Rosa
desnuda en la cama. Me dijo que me fuera a comprar más condones, un
consolador y algo para merendar. Me dio la tarjeta para entrar la
habitación y me cerró la puerta en las narices.
Anduve vagando un buen rato, pues había hecho la compra en un
momento en uno de los sex-shops de la zona y pensé que preferirían
estar solos. Volví a las dos horas. Llamé antes de entrar y me
gritaron que pasara. Al abrir la puerta me encontré a Rosa a cuatro
patas y Eduardo follándosela por detrás como un bestia. Me
dijo: "Mira qué bien, llegas para ver cómo cabalgo a tu mujercita,
cornudo de mierda." También Rosa me regaló un piropo y me
dijo: "Mira, imbécil, cómo disfruto con la polla de un tío de
verdad. Esto sí que es follar, no lo tuyo." Sólo con estas palabras
ya me había empalmado y como Rosa se lo imaginaba me dijo: "Anda,
desnúdate y enséñanos cómo estás...que seguro que la tienes a tope."
Así que me desnudé a topa prisa y efectivamente dejé a la vista mi
erección al tiempo que los dos se reían de que los cuernos me
pusieran tan cachondo.
Eduardo siguió un rato culeando a Rosa entre gemidos y yo miraba
absorto su polla dura entrando y saliendo sin parar. De repente,
Eduardo paró, salto de la cama, me cogió del pelo y me metió la cara
en el coño húmedo de Rosa. Me dijo: "Lame, perro de mierda, limpia
el coño de tu mujer que me acabo de follar y déjalo como nuevo,
venga chupa, cabrón."
Rosa se reía sin parar y yo comencé a lamer su coño. Estaba super
húmedo, yo nunca lo había visto así, y le pasé la lengua como un
perro fiel, sabiendo que me estaba comiendo las humedades producidas
por otro tío, por su amante. Mientras Eduardo me preguntaba: "¿Qué,
te gusta, cabrón? Me parece que sí, porque no paras de lamer, además
te veo la polla por detrás y tío, me das pena. Estás más cachondo
que un perro en celo. Venga, lame todo, perrito." Y se rió
sonoramente a la vez que me propinaba una buena patada en el culo.
Cuando le pareció oportuno me retiró cogiéndome de los pelos de
nuevo y me condujo hasta el lateral de la cama y me dijo que me
quedara ahí abajo a cuatro patas. Tenía toda la cara pringada por el
coño de Rosa y ellos se descojonaban de mi aspecto. Yo me relamía lo
que quedaba y entonces Eduardo se sentó encima de Rosa y le metió la
polla en la boca. Estaban tan excitados de antes que Eduardo se
corrió encima de ella en pocos minutos y Rosa hizo otro tanto
tocándose el clítoris, que se lo había dejado yo antes a punto. Me
pidieron un papel para Rosa y la limpié de semen. Luego se echaron
una siesta mientras yo me quedé en el suelo. Allí no aguanté más y
en silencio me hice una paja de campeonato. Después también me quedé
dormido.
Me despertaron las pataditas de Eduardo en mi cara. Lo vi sentado en
la cama apoyando sus pies en mi pecho y diciéndome: "Levanta de ahí,
perro, y prepáranos un baño, venga." Me levanté precipitado y vi a
Rosa estupenda en la cama desnuda con sus deliciosos pechos a la
vista y le sonreí. Ella se rió y me dijo: "Echa abundante espuma y
que no esté ardiendo." Les preparé el baño y les dejé solos hasta
que me llamaran.
Mientras arreglé la cama y preparé algo de cenar en la mesa con lo
que había comprado.
Cuando acabaron me llamaron para que les preparara las toallas y
tuve que secarles los pies. Eduardo no perdía detalle para que yo me
sintiera su criado y yo, en el fondo, se lo agradecía. Parecía que
tenía mucha práctica tratándome como criado y viendo su decisión yo
adoptaba cada vez más mi papel con más seguridad también.
Mientras cenaban algo me hicieron ponerme a sus pies como si fuera
un felpudo, los dos estaban descalzos y yo tenía la polla dura como
la piedra, aplastada contra el suelo. De vez en cuando se divertían
a mi costa y me tiraban algo de comer al suelo para que lo cogiera
con la boca y entonces se carcajeaban.
Era realmente humillante, pero, insisto, yo me sentía feliz allí
abajo. Cuando acabaron relamí sus platos y luego recogí todo. Ya era
tarde y Eduardo tenía que irse a casa con su mujer. Yo me quedaba
con Rosa, mi mujer, a la que había follado Eduardo sin parar, al
mismo tiempo que me había humillado hasta más no poder. Se despidió
de Rosa con un gran beso en la boca y a mí, que seguía a gatas por
el suelo, me acercó su zapato izquierdo a la boca para que se lo
besara. Y eso fue lo que hice.
Me daba hasta vergüenza mirar a Rosa después de tanta humillación,
pero ella estaba encantada y en seguida me preguntó qué que tal lo
había pasado. Ella, según afirmó, había disfrutado como nunca y ya
estaba ansiosa de que llegara el día siguiente. Viendo que ella
estaba satisfecha me quedé más tranquilo y nos acostamos para
descansar para el domingo. Antes de dormirnos repasamos lo ocurrido
y yo me hice una paja rememorando los mejores momentos. Ella,
agotada de tanto sexo, se durmió sin hacerme mucho caso. Me imagino
que pensando en su querido Eduardo.
Al día siguiente se repitió la misma escena del anterior. Eduardo
llamó, me empujó y se lanzó a la cama a por Rosa. Era como una
rutina, Rosa le abrazó como a un salvador y yo me quedé de pie
mirando. Eduardo había planeado pasar todo el día en el hotel hasta
que nos fuéramos por la tarde de vuelta. Así que me dijo que me
fuera a comprar algo de comer y de beber mientras ellos descansaban
un ratito.
"Venga, cornudito", me dijo, "tráenos algo de comer que nos lo vamos
a pasar muy bien."
Salí como siempre, bajo la mirada del conserje, que ya debía saberlo
todo, compré lo necesario y volví al cuarto. No estaban follando y,
además, encima de la cama había una cuerda destinada para mí. A
Eduardo le daba un morbo terrible atarme en la silla mientras ellos
follaban y así lo hizo. Puso la silla mirando a la cama, me senté y
me ató fuertemente por el tronco.
Cuando ya estaba bien sujeto me dio un par de bofetadas que le
causaron una estrepitosa carcajada a Rosa y luego Eduardo me dio
unos golpecitos paternalistas en la cabeza diciendo: "Ya verás cómo
disfrutas, cabroncete, te van a salir unos cuernos hasta el techo."
Me quedé atado en la silla, desnudo, de frente a ellos y empezaron
la sesión. Primero fue Rosa quien le chupó la polla a Eduardo hasta
ponérsela a tope. Mientras yo la veía tocarse el coño sin parar, con
las piernas bien abiertas esperando que se la follara.
En seguida Eduardo, con la verga bien erecta, se la metió despacito
mientras me miraba sonriendo y diciendo: "¿Ves cómo se abre tu mujer
para que me la folle? Está deseosa de mi polla, pero a ti no te
importa, eres un puto cornudo, gilipollas y además te gusta." Bien
lo sabía él que me gustaba, además mi polla estaba empezando a
ponerse dura del espectáculo.
Una vez adentro empezó a mover el culo contra Rosa y agarrándola de
las caderas se la follaba sin para mientras gritaban cosas
como: "Toma puta, ábrete para que te folle delante del cornudo de tu
marido." "Fóllame más, más fuerte, quiero más, jódeme hasta
romperme. Que se joda ese cabrón de mierda, además estará empalmado
como un cerdo." Yo estaba viendo cómo se la follaba Eduardo casi por
primera vez, oyendo todas esas cosas, atado a la silla sin poder
hacer nada y sin embargo estaba disfrutando tanto o más que ellos,
me sentía un cornudo muy feliz, lo único quizás que me habría
gustado hacer era estar más cerca para poder chupar algo que ellos
me dieran, pero eso lo tuve al terminar.
Cuando acabaron, después de haber pasado por varias posturas, entre
otras la de Rosa a cuatro patas mirándome y él por detrás
follándosela. Esa visión fue increíble, ver sus dos caras
desencajadas de placer mirándome, aquello era tremendo, maravilloso.
Como digo, cuando acabaron Eduardo se levantó en seguida, vino hacia
mí, se subió a la silla y apuntándome con su polla todavía algo
erecta y con el condón puesto me dijo:
"Ahora vas a probar las delicias del amor, ja ja, abre la boca,
cornudo de mierda, que te voy a meter la polla para que te quedes
con el condón y lo saborees"
Abrí la boca, introdujo su polla la cerré y la volvió a sacar
mientras yo retenía el condón usado. Estaba húmedo y sabía a una
mezcla de plástico y flujos de Rosa. Cuando lo tuve un rato más
empecé a saborear el semen de Eduardo que empezaba a salirse. Los
dos me miraban atentamente y Eduardo dijo:
"Parece que le gusta bastante ¿no? ¿Está rico, cornudo de mierda?"
Rosa se reía mientras yo tragaba saliva mezclada con varios sabores
más. Se fueron a la ducha y al salir me soltaron y me dijeron que me
sacara el condón de la boca y se lo enseñara. Estaba vacío, es decir
que me lo había tragado todo. Se descojonaron de mí todo lo que
quisieron y me prometieron que si me había gustado iba a tener todos
los que quisiera.
Les preparé algo de comer y me acomodé de nuevo a sus pies. Me
tiraron algo de comida mientras ellos comían y charlaban de lo bien
que se lo habían pasado y de los planes para el futuro, dónde
quedaríamos otra vez, etc. Me usaban de alfombra con mucha
naturalidad y luego empezaron a hablar más seriamente sobre mí y mi
condición de cornudo, pero sobre todo de la de criado sumiso y
servil.
Como ya he dicho a Eduardo le obsesionaba la idea de tener criados
como yo y pensaba que si había tanta gente así, él podría disponer
cuando quisiera de ese tipo de gente. A mí ni me hablaban, era como
un mueble. De todo lo que dijeron esto me llamó lo que más la
atención:
"Mira, Rosa, si este disfruta sirviéndonos, hay que aprovecharlo,
hay que explotarlo y luego ya ves con qué poco se contenta." Y Rosa
contestaba: "Yo creo que tenemos la obligación de hacerlo. Pienso
que es gente inferior que disfruta sirviendo a los de clase más alta
y así hay un intercambio muy productivo, todos salimos ganando."
Mientras decía esto me ponía el pie en la boca y metía los dedos
para que se los calentara, era ya una costumbre habitual.
"¿Ves con qué gusto lame? Sería una pena que yo me quedara sin este
tipo de masajes." Eduardo, a la vez que me tiró una rodaja de
chorizo al suelo, asentía lo que decía Rosa y yo me contenía para no
correrme allí mismo, además me lo habían prohibido. No obstante se
dieron cuenta de mi erección y para fin de fiesta me dejaron hacerme
una paja en el suelo. "Pero cuidadito con salpicar", dijo Eduardo y
se sentó al lado de Rosa para observarme cómo me corría con los pies
de ambos encima de mi cabeza.
Ya por la tarde nos llevó Eduardo a la estación y allí se despidió
de Rosa con un muerdo de escándalo delante de todo el mundo y yo
allí parado, mirando al suelo.
fue durante un fin de semana en Madrid con Eduardo, uno de los
amantes de Rosa. Habíamos contactado con él a través de un chat,
como con casi todos, y antes de conocernos en persona habíamos
hablado bastantes veces por teléfono.
Eduardo estaba obsesionado por tener criados y si eran los maridos
de sus amantes mejor todavía. Le gustaba ser servido por un criado
servil como los de antes. Así que una vez contrastamos nuestros
gustos, quedó claro que yo iba a ser el criado de los dos mientras
me ponían a gusto los cuernos. Los tres estábamos de acuerdo con
nuestros papeles y Rosa me anunció lo bien que se lo iba a pasar
humillándome con su amante.
El primer día que hablamos por teléfono, Rosa y Eduardo estuvieron
un buen rato hablando de lo que íbamos a hacer, de cómo lo haríamos
y se reían imaginándose el momento. Antes de colgar Rosa me pasó el
teléfono para que saludara a Eduardo y éste me dijo lo siguiente:
"Eres un gilipollas por dejarme follar con esta tía tan estupenda,
gilipollas, ¿has oído? Además piénsate bien si vas a venir, porque
una vez estés aquí no vas a poder ni rechistar, vas a ser nuestro
puto criado y vas a estar las 24 horas a nuestro servicio". Yo no
hacía más que asentir, pero al oír esas palabras se me puso la polla
a cien y casi me corro de imaginarme la situación que me esperaba.
Me gustó mucho su actitud y Rosa estaba encantada.
Por fin quedamos un viernes en Madrid. Íbamos a pasar el fin de
semana en un hotel con la peculiaridad de que él volvería a dormir a
casa, pues estaba casado y ella, claro, no sabía nada. Eso también
me excitaba mucho. Pensaba que él follaba con mi mujer, pero que la
suya se la quedaba para él, de modo que yo le ofrecía todo y él
nada, me gustaba mucho, muchísimo.
Nos vino a recoger a la estación y desde que lo vi pensé que iba a
ser un amante estupendo para ella, todo un caballero, mientras que
conmigo iba a ser un chulo.
Habíamos quedado que esa primera tarde nos conoceríamos y luego, al
día siguiente, comenzaría todo en serio. Tomamos algo por ahí,
hablamos de los planes y de los roles de cada uno y poco a poco yo
me fui adaptando a mi papel de marido cornudo y sumiso. Eduardo
deseaba tener un criado a toda costa y le daba un morbo terrible que
éste fuera, además, el marido de su amante.
Rosa, por su parte, estaba encantada con un tipo tan bien plantado
que la trataba como a una reina, a la vez que disfrutaba
humillándome de esa manera. Yo, ni que decir tiene que me estaba
relamiendo del gusto ante el fin de semana que se me avecinaba.
Cuando nos despedimos, como yo ya había adoptado en cierto modo mi
papel, Eduardo no dudó en darle un largo beso en la boca a Rosa ante
mi presencia y luego se despidió de mí dándome unos golpecitos
paternalistas en la cara diciéndome con gran ironía y una sonrisa en
la boca: "Hasta mañana, Sebastián, descansa porque te espera
buena..."
Sólo con ese gesto subí empalmado a la habitación y Rosa lo notó en
el ascensor, lo que fue motivo para cachondearse de mí hasta que nos
dormimos. Por supuesto, esa noche no follamos, porque, como dijo
Rosa, tenía que guardarse para su hombre. Lo cual, evidentemente,
acepté de buen grado.
Llegó la mañana y nos despertaron unos golpecitos en la puerta. Abrí
semidormido y entonces entró Eduardo apartándome con un empujón y se
dirigió directo a la cama a abrazar a Rosa, que estaba desnuda en la
cama. Allí comenzó mi labor. Tuve que descalzar a Eduardo mientras
besaba a Rosa sin parar, se desnudó y se metió en la cama
para "catar" a Rosa y empezar a coronar mi cabeza con unos buenos
cuernos.
Mientras follaban tuve que bajar a encargar un desayuno para ellos
en la habitación, momento que aproveché a desayunar yo porque ya me
habían anunciado que sólo me dejarían los restos. Subí y los
encontré abrazados y charlando después de su primer polvo. Eduardo
sonreía pletórico, con un aire de superioridad que me dejaba por los
suelos, algo que Rosa sentía y disfrutaba haciéndoselo notar a
Eduardo. Cuando llegó el desayuno lo coloqué en la mesa y se lo
serví quedándome de pie a la espera de sus instrucciones.
Se ducharon y salimos en coche a comer a El Escorial. Saqué el coche
de Eduardo del parking y los recogí en la puerta del hotel. Yo era
su chófer y tenía que actuar como tal, de modo que les abría las
puertas, les esperaba de pie hasta que entraban. Por supuesto que
ellos iban sentados en la parte de atrás pasando de mí, hablándome
sólo para indicarme por dónde ir. Eduardo siempre hablaba haciendo
alusión a mis cuernos, a lo imbécil que yo era y lo buena que estaba
Rosa.
En el restaurante decidieron comer solos mientras yo les esperaba
fuera, en el coche, comiendo un bocadillo. Me sentía totalmente
humillado y fuera del juego y me dieron tentaciones de acabar la
historia, pero en el fondo la disfrutaba, me gustaba sentirme
cornudo de esa manera tan evidente y humillante.
Cuando salieron, Eduardo me hizo una seña y me acerqué con el coche,
volví a abrirles la puerta y ya sentados me preguntaron: "Qué, ¿has
comido bien? Ja, ja." Y se metieron en el coche riendo y charlando
como siempre. Me dijeron que parara en un parque cercano para pasear
y, como siempre, me quedé esperando en el coche.
Al cabo de media hora volvían despacio, agarrados, por uno de los
caminos de tierra del parque y me quedé observándolos mientras se
acercaban besándose. Me sentía como un cabrón gilipollas. Allí,
esperando a que llegaran para llevarlos a otro sitio y luciendo una
cornamenta que ya empezaba a pesarme. Al llegar al coche Eduardo me
dijo: "Tú, saca un trapo y límpianos los zapatos que por el parque
se nos han llenado de polvo."
Nadie rechistó, incluso ellos estaban serios y les parecía lo más
natural. Empecé por Rosa, que apoyó el pie en un banco cercano
mientras hablaba con Eduardo. Froté un rato sus zapatos hasta
dejarlos brillantes de nuevo. Luego le tocó a Eduardo que ni
siquiera alzó los pies al banco, de manera que tuve que arrodillarme
en el suelo para poder limpiarlos bien. Se reía mientras fumaba y me
decía: "A ver cómo lo haces, que si te sale bien te contrato, ja ja
ja."Entre tanto debió pasar alguna persona que se quedó mirando,
pero yo seguía mi trabajo y Eduardo disfrutaba de estas muestras
públicas de humillación. Le gustaba sentirse un tío poderoso delante
de todo el mundo y yo, con mi papel, le daba el juego estupendo,
aparte de follar con mi chica, pero eso de momento no lo sabía la
gente.
Después del paseo por el parque los llevé de nuevo al hotel. Ellos
se bajaron en la puerta y yo aparqué el coche en el garaje. Al subir
a la habitación noté cómo el conserje me miraba como diciendo: "Vaya
cuernos que llevas, tío." Llamé a la puerta de la habitación y
tardaron en abrirme. Salió Eduardo sin camisa y llegué a ver a Rosa
desnuda en la cama. Me dijo que me fuera a comprar más condones, un
consolador y algo para merendar. Me dio la tarjeta para entrar la
habitación y me cerró la puerta en las narices.
Anduve vagando un buen rato, pues había hecho la compra en un
momento en uno de los sex-shops de la zona y pensé que preferirían
estar solos. Volví a las dos horas. Llamé antes de entrar y me
gritaron que pasara. Al abrir la puerta me encontré a Rosa a cuatro
patas y Eduardo follándosela por detrás como un bestia. Me
dijo: "Mira qué bien, llegas para ver cómo cabalgo a tu mujercita,
cornudo de mierda." También Rosa me regaló un piropo y me
dijo: "Mira, imbécil, cómo disfruto con la polla de un tío de
verdad. Esto sí que es follar, no lo tuyo." Sólo con estas palabras
ya me había empalmado y como Rosa se lo imaginaba me dijo: "Anda,
desnúdate y enséñanos cómo estás...que seguro que la tienes a tope."
Así que me desnudé a topa prisa y efectivamente dejé a la vista mi
erección al tiempo que los dos se reían de que los cuernos me
pusieran tan cachondo.
Eduardo siguió un rato culeando a Rosa entre gemidos y yo miraba
absorto su polla dura entrando y saliendo sin parar. De repente,
Eduardo paró, salto de la cama, me cogió del pelo y me metió la cara
en el coño húmedo de Rosa. Me dijo: "Lame, perro de mierda, limpia
el coño de tu mujer que me acabo de follar y déjalo como nuevo,
venga chupa, cabrón."
Rosa se reía sin parar y yo comencé a lamer su coño. Estaba super
húmedo, yo nunca lo había visto así, y le pasé la lengua como un
perro fiel, sabiendo que me estaba comiendo las humedades producidas
por otro tío, por su amante. Mientras Eduardo me preguntaba: "¿Qué,
te gusta, cabrón? Me parece que sí, porque no paras de lamer, además
te veo la polla por detrás y tío, me das pena. Estás más cachondo
que un perro en celo. Venga, lame todo, perrito." Y se rió
sonoramente a la vez que me propinaba una buena patada en el culo.
Cuando le pareció oportuno me retiró cogiéndome de los pelos de
nuevo y me condujo hasta el lateral de la cama y me dijo que me
quedara ahí abajo a cuatro patas. Tenía toda la cara pringada por el
coño de Rosa y ellos se descojonaban de mi aspecto. Yo me relamía lo
que quedaba y entonces Eduardo se sentó encima de Rosa y le metió la
polla en la boca. Estaban tan excitados de antes que Eduardo se
corrió encima de ella en pocos minutos y Rosa hizo otro tanto
tocándose el clítoris, que se lo había dejado yo antes a punto. Me
pidieron un papel para Rosa y la limpié de semen. Luego se echaron
una siesta mientras yo me quedé en el suelo. Allí no aguanté más y
en silencio me hice una paja de campeonato. Después también me quedé
dormido.
Me despertaron las pataditas de Eduardo en mi cara. Lo vi sentado en
la cama apoyando sus pies en mi pecho y diciéndome: "Levanta de ahí,
perro, y prepáranos un baño, venga." Me levanté precipitado y vi a
Rosa estupenda en la cama desnuda con sus deliciosos pechos a la
vista y le sonreí. Ella se rió y me dijo: "Echa abundante espuma y
que no esté ardiendo." Les preparé el baño y les dejé solos hasta
que me llamaran.
Mientras arreglé la cama y preparé algo de cenar en la mesa con lo
que había comprado.
Cuando acabaron me llamaron para que les preparara las toallas y
tuve que secarles los pies. Eduardo no perdía detalle para que yo me
sintiera su criado y yo, en el fondo, se lo agradecía. Parecía que
tenía mucha práctica tratándome como criado y viendo su decisión yo
adoptaba cada vez más mi papel con más seguridad también.
Mientras cenaban algo me hicieron ponerme a sus pies como si fuera
un felpudo, los dos estaban descalzos y yo tenía la polla dura como
la piedra, aplastada contra el suelo. De vez en cuando se divertían
a mi costa y me tiraban algo de comer al suelo para que lo cogiera
con la boca y entonces se carcajeaban.
Era realmente humillante, pero, insisto, yo me sentía feliz allí
abajo. Cuando acabaron relamí sus platos y luego recogí todo. Ya era
tarde y Eduardo tenía que irse a casa con su mujer. Yo me quedaba
con Rosa, mi mujer, a la que había follado Eduardo sin parar, al
mismo tiempo que me había humillado hasta más no poder. Se despidió
de Rosa con un gran beso en la boca y a mí, que seguía a gatas por
el suelo, me acercó su zapato izquierdo a la boca para que se lo
besara. Y eso fue lo que hice.
Me daba hasta vergüenza mirar a Rosa después de tanta humillación,
pero ella estaba encantada y en seguida me preguntó qué que tal lo
había pasado. Ella, según afirmó, había disfrutado como nunca y ya
estaba ansiosa de que llegara el día siguiente. Viendo que ella
estaba satisfecha me quedé más tranquilo y nos acostamos para
descansar para el domingo. Antes de dormirnos repasamos lo ocurrido
y yo me hice una paja rememorando los mejores momentos. Ella,
agotada de tanto sexo, se durmió sin hacerme mucho caso. Me imagino
que pensando en su querido Eduardo.
Al día siguiente se repitió la misma escena del anterior. Eduardo
llamó, me empujó y se lanzó a la cama a por Rosa. Era como una
rutina, Rosa le abrazó como a un salvador y yo me quedé de pie
mirando. Eduardo había planeado pasar todo el día en el hotel hasta
que nos fuéramos por la tarde de vuelta. Así que me dijo que me
fuera a comprar algo de comer y de beber mientras ellos descansaban
un ratito.
"Venga, cornudito", me dijo, "tráenos algo de comer que nos lo vamos
a pasar muy bien."
Salí como siempre, bajo la mirada del conserje, que ya debía saberlo
todo, compré lo necesario y volví al cuarto. No estaban follando y,
además, encima de la cama había una cuerda destinada para mí. A
Eduardo le daba un morbo terrible atarme en la silla mientras ellos
follaban y así lo hizo. Puso la silla mirando a la cama, me senté y
me ató fuertemente por el tronco.
Cuando ya estaba bien sujeto me dio un par de bofetadas que le
causaron una estrepitosa carcajada a Rosa y luego Eduardo me dio
unos golpecitos paternalistas en la cabeza diciendo: "Ya verás cómo
disfrutas, cabroncete, te van a salir unos cuernos hasta el techo."
Me quedé atado en la silla, desnudo, de frente a ellos y empezaron
la sesión. Primero fue Rosa quien le chupó la polla a Eduardo hasta
ponérsela a tope. Mientras yo la veía tocarse el coño sin parar, con
las piernas bien abiertas esperando que se la follara.
En seguida Eduardo, con la verga bien erecta, se la metió despacito
mientras me miraba sonriendo y diciendo: "¿Ves cómo se abre tu mujer
para que me la folle? Está deseosa de mi polla, pero a ti no te
importa, eres un puto cornudo, gilipollas y además te gusta." Bien
lo sabía él que me gustaba, además mi polla estaba empezando a
ponerse dura del espectáculo.
Una vez adentro empezó a mover el culo contra Rosa y agarrándola de
las caderas se la follaba sin para mientras gritaban cosas
como: "Toma puta, ábrete para que te folle delante del cornudo de tu
marido." "Fóllame más, más fuerte, quiero más, jódeme hasta
romperme. Que se joda ese cabrón de mierda, además estará empalmado
como un cerdo." Yo estaba viendo cómo se la follaba Eduardo casi por
primera vez, oyendo todas esas cosas, atado a la silla sin poder
hacer nada y sin embargo estaba disfrutando tanto o más que ellos,
me sentía un cornudo muy feliz, lo único quizás que me habría
gustado hacer era estar más cerca para poder chupar algo que ellos
me dieran, pero eso lo tuve al terminar.
Cuando acabaron, después de haber pasado por varias posturas, entre
otras la de Rosa a cuatro patas mirándome y él por detrás
follándosela. Esa visión fue increíble, ver sus dos caras
desencajadas de placer mirándome, aquello era tremendo, maravilloso.
Como digo, cuando acabaron Eduardo se levantó en seguida, vino hacia
mí, se subió a la silla y apuntándome con su polla todavía algo
erecta y con el condón puesto me dijo:
"Ahora vas a probar las delicias del amor, ja ja, abre la boca,
cornudo de mierda, que te voy a meter la polla para que te quedes
con el condón y lo saborees"
Abrí la boca, introdujo su polla la cerré y la volvió a sacar
mientras yo retenía el condón usado. Estaba húmedo y sabía a una
mezcla de plástico y flujos de Rosa. Cuando lo tuve un rato más
empecé a saborear el semen de Eduardo que empezaba a salirse. Los
dos me miraban atentamente y Eduardo dijo:
"Parece que le gusta bastante ¿no? ¿Está rico, cornudo de mierda?"
Rosa se reía mientras yo tragaba saliva mezclada con varios sabores
más. Se fueron a la ducha y al salir me soltaron y me dijeron que me
sacara el condón de la boca y se lo enseñara. Estaba vacío, es decir
que me lo había tragado todo. Se descojonaron de mí todo lo que
quisieron y me prometieron que si me había gustado iba a tener todos
los que quisiera.
Les preparé algo de comer y me acomodé de nuevo a sus pies. Me
tiraron algo de comida mientras ellos comían y charlaban de lo bien
que se lo habían pasado y de los planes para el futuro, dónde
quedaríamos otra vez, etc. Me usaban de alfombra con mucha
naturalidad y luego empezaron a hablar más seriamente sobre mí y mi
condición de cornudo, pero sobre todo de la de criado sumiso y
servil.
Como ya he dicho a Eduardo le obsesionaba la idea de tener criados
como yo y pensaba que si había tanta gente así, él podría disponer
cuando quisiera de ese tipo de gente. A mí ni me hablaban, era como
un mueble. De todo lo que dijeron esto me llamó lo que más la
atención:
"Mira, Rosa, si este disfruta sirviéndonos, hay que aprovecharlo,
hay que explotarlo y luego ya ves con qué poco se contenta." Y Rosa
contestaba: "Yo creo que tenemos la obligación de hacerlo. Pienso
que es gente inferior que disfruta sirviendo a los de clase más alta
y así hay un intercambio muy productivo, todos salimos ganando."
Mientras decía esto me ponía el pie en la boca y metía los dedos
para que se los calentara, era ya una costumbre habitual.
"¿Ves con qué gusto lame? Sería una pena que yo me quedara sin este
tipo de masajes." Eduardo, a la vez que me tiró una rodaja de
chorizo al suelo, asentía lo que decía Rosa y yo me contenía para no
correrme allí mismo, además me lo habían prohibido. No obstante se
dieron cuenta de mi erección y para fin de fiesta me dejaron hacerme
una paja en el suelo. "Pero cuidadito con salpicar", dijo Eduardo y
se sentó al lado de Rosa para observarme cómo me corría con los pies
de ambos encima de mi cabeza.
Ya por la tarde nos llevó Eduardo a la estación y allí se despidió
de Rosa con un muerdo de escándalo delante de todo el mundo y yo
allí parado, mirando al suelo.
El mirón.
Mi mujer estaba siendo follada, con mucho placer, por su joven
amante y en mi excitada presencia.
- Maridito, no me aguantas nada - me dijo ella con sorna mientras su
joven amante seguía barrenándole sin piedad el coño.
Instantes después mi mujer estallaba en un sonoro orgasmo, chillando
como hacía tiempo yo no la oía hacerlo así en una follada. Pero
antes de que Luis se corriera, Alicia tuvo otro tremendo orgasmo y
en el momento en que el joven se corría en su peludo conejo, ella
tuvo un tercero que le hizo decir:
- ¡Aaaah... pero que bueno... que gozada... soy la más puta de todas
las mujeres casadas... como gozo jodiendo con un joven mientras está
delante, viéndolo, el cornudo de mi marido!.
- Pues todavía no hemos acabado, cerda - le dijo Luis - Ahora tu
marido te la va a meter en el chocho, que lo tienes bien lubricado,
mientras yo te estreno ese culo de zorra que tienes.
Era verdad lo del estreno pues, aunque yo lo había intentado un par
de veces, Alicia nunca había querido saber nada de que yo le diera
por el culo. Sin embargo ahora, la muy puta, no hizo la menor
objeción. Es más, meneó un poco su tremendo pandero y le dedicó a
Luis una sonrisa de lo más sugerente. Entonces el chico dijo:
- Venga, Elías, empieza a comerle el culo a tu mujer para dejárselo
a tono. Sácale con la lengua la lefa que yo le he dejado en el coño
y embadurnale el culo.
Desde luego aquel chaval era un degenerado, pero su propuesta me
puso supercachondo, aunque más excitada pudo a mi mujer ya que
exclamó:
- ¡Sí, sí, maridito, cómeme el chocho para sacarme la lechecita que
ha echado Luis ahí y luego chúpame el ojete, con la lengua bien
llena de su semen, cabronazo, que Luis lo encuentre bien blandito y
lubricado cuando estrene mi culito, quiero darle mucho placer con mi
culo!.
Me situé detrás de mi esposa y empecé con la tarea de prepararle el
ano siguiendo las indicaciones de aquel joven tan vicioso. Rebañaba
con la lengua la leche que rezumaba del coño de mi esposa y luego
trataba de meterle la lengua en el ojete tan profundamente como era
capaz para lubricarle la entrada anal. Mi esposa deliraba de placer
con mis chupadas y por el morbo de la acción, gritando:
- ¡Así, así, Elías, prepárame bien el culito para que me lo estrene
Luis, mete bien la lengua, cabronazo, cómete la leche de mi amante y
chúpale el culo a la puta de tu mujer... así... así... aaah... que
gusto!.
Después de un rato preparándole el culo a mi mujer, Luis me dijo que
me echara de espaldas en la cama y luego le indicó a Alicia que se
tumbara sobre mi, metiéndose mi polla en el coño. Cuando mi mujer se
ensartó mi rabo, me dijo:
- Gracias, querido cabrón, por haber insistido en emputecerme y en
que te pusiera unos buenos cuernos. Lo estoy pasando de maravilla y
de ahora en adelante voy a ser cada vez más puta, querido, ya lo
verás.
A continuación Luis inició las maniobras para taladrarle por primera
vez el culo a mi esposa. Sin duda mi trabajo en su ojete había sido
bueno pues la polla del chico entró, sin demasiadas dificultades,
consumando el desvirgamiento anal de mi mujer.
Los movimientos de Luis en el trasero de mi esposa eran lo que hacía
que ella se moviera sobre mi polla de modo que los tres
disfrutábamos a la vez. Alicia no tardó ni medio minuto en empezar a
chillar como una cerda diciendo que se corría y que estaba gozando
como nunca.
Enseguida tuvo un orgasmo y yo, caliente perdido, le lancé mi semen
dentro del coño corriéndome con un placer que nunca antes había
experimentado.
Luis, por su parte, seguía dándole por el culo cada vez con mayor
furia y así siguió, entre alaridos de placer de mi putísima esposa,
hasta que se corrió por fin, inundándole el culo con su joven y
espesa leche. Cuando acabamos, los tres estábamos exhaustos pero
todos estuvimos de acuerdo en que aquella viciosa relación no había
hecho más que empezar.
Saludos y hasta la próxima.
amante y en mi excitada presencia.
- Maridito, no me aguantas nada - me dijo ella con sorna mientras su
joven amante seguía barrenándole sin piedad el coño.
Instantes después mi mujer estallaba en un sonoro orgasmo, chillando
como hacía tiempo yo no la oía hacerlo así en una follada. Pero
antes de que Luis se corriera, Alicia tuvo otro tremendo orgasmo y
en el momento en que el joven se corría en su peludo conejo, ella
tuvo un tercero que le hizo decir:
- ¡Aaaah... pero que bueno... que gozada... soy la más puta de todas
las mujeres casadas... como gozo jodiendo con un joven mientras está
delante, viéndolo, el cornudo de mi marido!.
- Pues todavía no hemos acabado, cerda - le dijo Luis - Ahora tu
marido te la va a meter en el chocho, que lo tienes bien lubricado,
mientras yo te estreno ese culo de zorra que tienes.
Era verdad lo del estreno pues, aunque yo lo había intentado un par
de veces, Alicia nunca había querido saber nada de que yo le diera
por el culo. Sin embargo ahora, la muy puta, no hizo la menor
objeción. Es más, meneó un poco su tremendo pandero y le dedicó a
Luis una sonrisa de lo más sugerente. Entonces el chico dijo:
- Venga, Elías, empieza a comerle el culo a tu mujer para dejárselo
a tono. Sácale con la lengua la lefa que yo le he dejado en el coño
y embadurnale el culo.
Desde luego aquel chaval era un degenerado, pero su propuesta me
puso supercachondo, aunque más excitada pudo a mi mujer ya que
exclamó:
- ¡Sí, sí, maridito, cómeme el chocho para sacarme la lechecita que
ha echado Luis ahí y luego chúpame el ojete, con la lengua bien
llena de su semen, cabronazo, que Luis lo encuentre bien blandito y
lubricado cuando estrene mi culito, quiero darle mucho placer con mi
culo!.
Me situé detrás de mi esposa y empecé con la tarea de prepararle el
ano siguiendo las indicaciones de aquel joven tan vicioso. Rebañaba
con la lengua la leche que rezumaba del coño de mi esposa y luego
trataba de meterle la lengua en el ojete tan profundamente como era
capaz para lubricarle la entrada anal. Mi esposa deliraba de placer
con mis chupadas y por el morbo de la acción, gritando:
- ¡Así, así, Elías, prepárame bien el culito para que me lo estrene
Luis, mete bien la lengua, cabronazo, cómete la leche de mi amante y
chúpale el culo a la puta de tu mujer... así... así... aaah... que
gusto!.
Después de un rato preparándole el culo a mi mujer, Luis me dijo que
me echara de espaldas en la cama y luego le indicó a Alicia que se
tumbara sobre mi, metiéndose mi polla en el coño. Cuando mi mujer se
ensartó mi rabo, me dijo:
- Gracias, querido cabrón, por haber insistido en emputecerme y en
que te pusiera unos buenos cuernos. Lo estoy pasando de maravilla y
de ahora en adelante voy a ser cada vez más puta, querido, ya lo
verás.
A continuación Luis inició las maniobras para taladrarle por primera
vez el culo a mi esposa. Sin duda mi trabajo en su ojete había sido
bueno pues la polla del chico entró, sin demasiadas dificultades,
consumando el desvirgamiento anal de mi mujer.
Los movimientos de Luis en el trasero de mi esposa eran lo que hacía
que ella se moviera sobre mi polla de modo que los tres
disfrutábamos a la vez. Alicia no tardó ni medio minuto en empezar a
chillar como una cerda diciendo que se corría y que estaba gozando
como nunca.
Enseguida tuvo un orgasmo y yo, caliente perdido, le lancé mi semen
dentro del coño corriéndome con un placer que nunca antes había
experimentado.
Luis, por su parte, seguía dándole por el culo cada vez con mayor
furia y así siguió, entre alaridos de placer de mi putísima esposa,
hasta que se corrió por fin, inundándole el culo con su joven y
espesa leche. Cuando acabamos, los tres estábamos exhaustos pero
todos estuvimos de acuerdo en que aquella viciosa relación no había
hecho más que empezar.
Saludos y hasta la próxima.
Entrega sin retorno.
Soy el marido cornudo de Pili, la hermosa y caliente mujer que,
desde hace tiempo y como ya os he contado en cartas anteriores,
tiene como "novio" a Domingo.
La anterior Navidad, volvía a entristecer mi relación con Pili tras
la partida de Domingo con su familia. Iban a ser quince días de
separación, tedio y melancolía.
Mi morena esposa, de enormes ojos marrones y mirada oblicua y
aterciopelada, nunca me había parecido tan hermosa. Realmente
Domingo, su hasta entonces "novio", la había mejorado en calidad y
cantidad en esos siete meses de "noviazgo". Había puesto cuatro
kilos en su fina anatomía. ¿Como había estado tan ciego antes de
fijarse él en ella?.
Si os dijese que me parecía, anteriormente, feúcha. Un "callete"
pensaba que tenía por consorte. Por efecto de una leve miopía no
quería nunca ponerse sus gafas que la hacían tan interesante.
De nariz encantadora y casi recta con la frente, cara de óvalo
perfecto y boca tiernamente sensual, siempre dispuesta a sonreír, a
desarmar a cualquiera.
Nunca me había fijado suficientemente, en los ocho años de feliz
casorio, como revelaba su blanquísima hilera de dientes sin mácula
al sonreír.
¿Como he podido ser tan gilipollas de encontrar siempre más verde la
hierba del vecino que la mía?.
No había visto suficientemente bien su cuerpecito firme y esbelto,
de curvas armoniosas, de poco pecho pero de piernas muy espléndidas
y perfectamente moldeadas.
Nunca hubiese imaginado que una hembrita de tan solo 1,56 y 50kg,
con un aire despabilado y maneras a veces demasiado corteses,
estuviera con el que se la venía zumbando más de medio año seguido.
El cortejo, fase mágica e irrepetible en toda historia de amor y
pasión puros, duraba, como sabéis, siete largos meses pero, por fin,
la otra tarde en nuestro piso, Pili decidió que cambiásemos los
papeles.
El paripé de la ceremonia fue una nueva experiencia feliz y
entretenida para los tres e incluso arrebatadora para mí que pude
hacer de maestro de la ceremonia entregando mis derechos de marido a
Domingo en una breve boda, entregando todos los poderes a mi
sustituto y renunciando yo, tan enamorado de mi lozana y vital Pili,
para siempre pero sin perder, por supuesto, mis obligaciones en
particular en las ausencias del macho.
Todos mis anteriores privilegios y derechos se borraban sin piedad
de mi memoria para dar paso a otras notas más trascendentes y
sutiles.
El presente triunfa de la manera más fulgurante. El presente tiene
el rostro radiante y fornido de Domingo fundido con el cuerpo
marmóreo y menudito de Pili. Dicen que cada hijo viene con un pan
bajo el brazo, este, algo madurito, lo ha hecho con un barra de kilo
entre las piernas.
La espontánea frescura de la que ahora es escuetamente "su mujer",
la fascinación sexual de mi ex-esposa, una fascinación apetitosa que
sólo me había pasado desapercibida en mi periodo de ceguera mientras
ellos estaban chingando tan a gusto, ahora volvía a estar latente
como una fruta madura en sazón, cuyo sabor es sólo suyo y muy
difícil de definir, tal vez como una especie de regusto perverso que
dan los cuernos puestos.
Hemos pasado días encantadores. Al menos un servidor. El viaje de
novios ha sido para mí, puesto que él ha marchado con su prole y su
verdadera y real esposa a otra provincia. Pili se ha quedado conmigo
en casita esperando el retorno de su verdadero amor. Ella está
colada por él. También Domingo tiene el aire de estar encoñado con
Pili.
Lo que para alguien pueda parecer malo y hasta absurdo, para mí son
noches deliciosas, de una intensidad hecha de muchas pequeñas
atenciones a mi ex.
Si no son recíprocas por su parte, al menos por la mía son sinceras,
de ternura y de sensualidad.
Cuando acabamos de cenar ambos quitamos la mesa, vemos la tele en el
sofá, una versión picante en ausencia de Domingo, el "actual" de
Pili, y a la hora de ir a la cama tienen lugar las confidencias.
- ¿Como te parece que vamos en cuanto a sexo, ex-marido? - quiso
saber el otro día Pili.
- ¡Muy bien, de perlas! - respondí con una sonrisa en mi rostro aún
acalorado de haberme hecho una paja viéndola como se acicalaba en el
baño.
- ¿Te das cuenta, querido Luis, que ahora estoy en adulterio... qué
hago aquí sola contigo, si con el que ahora estoy casada y es mi
auténtico marido, está a tantos kilómetros?. ¡Tú eres simplemente un
ligue... que digo un ligue... eres mi sirviente, mi asistente!.
¡Desde hoy dormirás en la otra habitación!.
Aquí mis celos retrospectivos volvieron a aflorar. Consentí en
dormir en la habitación de huéspedes pero insistí en que me contase
más cosas de ellos.
- ¿Cuantas veces lo habéis hecho sin yo saberlo? - pregunté.
- No lo sé, no las he contado y aunque las supiera no te las diría,
eres demasiado indiscreto y lameculos. ¡Eso es particular y privado,
cabrón! - contestó muy seria.
Ella estaba sentada frente a mí. Había cruzado las piernas y me
mostraba los muslos, pícaramente, hasta la mitad.
Sonreí. Aquella visión tan agradable para un enamorado rechazado,
menospreciado y casi desesperado de amor, me trajo sin remedio a la
mente un recuerdo que me devolvió a la época en que nuestras
relaciones navegaban por el agua tranquila del convencionalismo.
Pili quiso aprovechar el fin de semana para ir de compras de "reyes"
para su amor y mientras, me dijo, yo aprovecharía para hacer
limpieza general de la casa.
Esa misma mañana encontré, entre las sábanas de la cama matrimonial,
algún cabello perdido de ella, algún pelo del pubis de mi amada.
Sentía aún el calor de su cuerpo y percibía su grato olor, algo
fuerte, a chocho falto de leche, ese olorcito que echa mi Pili
cuando está en celo.
Me desnudé y me metí en la cama, todavía deshecha. Encontré por
sorpresa sus bragas de seda adornadas con dos preciosas rosillas
escarlata en sus extremos. Las recogí como si fueran una preciada
reliquia.
Tras desdoblarlas, las besé, las desplegué en su totalidad, les di
varias vueltas entre mis dedos y las olfateé con fruición varias
veces como un sabueso, como si quisiera retener el más sutil,
sublime y huidizo de los perfumes femeninos.
Luego oprimí la prenda contra mi cara hasta cubrirme los ojos y
embriagándome, rompí en un leve llanto.
Estaba claro que bajo los pocos centímetros cuadrados de tela
todavía húmeda, había pernoctado y palpitado el joven y gordo pipón
de la cálida vagina de Pili. Olí aquella prenda delicada como un
perro, buscando el precioso aroma del chocho de Pili, amada y
reverenciada más que nunca, muchísimo más que antes y, por
desgracia, perdida para siempre.
Busqué aquella mezcla sutil, embriagadora, afrodisíaca y dolorosa al
mismo tiempo, de secreciones secretas, de flujos naturales, busqué
aquel aroma tan peculiar que anidaba en un punto preciso de las
braguitas y cuando lo hube hallado, lo aspiré con toda mi fuerza
pulmonar, con la esperanza de obtener un consuelo y tuve la
sensación de algo muy vivo que, en imperceptibles efluvios, entraba
en mis fosas nasales desde las más recónditas entrañas de la mujer
que amo, de la relación amorosa que me queda con ella cuando, en
realidad, no hago más que exasperar de ese modo el deseo carnal de
mi pituitaria insatisfecha durante casi dos semanas y, en
consecuencia, avivar el doloroso pero feliz tormento que de ello se
deriva.
Hasta el otro día, siempre había encontrado sus bragas bien lavadas
y que sólo olían a "colada".
Sólo la casualidad o el destino me han podido permitir al fin
alcanzar el soñado salto de calidad. Apreté contra mi corazón herido
el precioso y carísimo talismán, postrero recuerdo del bomboncito
que me ha plantado.
La imagen de Pili se me apareció de continuo, cruel y bellísima a un
tiempo, despiadada, fascinante, caprichosa e impredecible mientras
eclosionaba en un blanco y copioso orgasmo onanista.
Todavía tengo latente el fin de la "boda" del otro día. Fui testigo
presente y ausente al mismo tiempo, deseoso, hasta implorante pero
ignorado y borrado de la escena.
Pili lo desnudó ante mi atónita mirada. Después de desnudarlo
enteramente, lo besó tres veces en la boca, se dejó desvestir a su
vez y se arrodilló para besar y succionar el miembro erecto de su
nuevo esposo, a pocos centímetros de mi cara anhelante.
- ¡Que hermosa herramienta! - exclamó Pili para sacarme de mis
casillas, aguijoneándome - ¡Tienes la verga más preciosa de este
mundo, Domingo, nunca he visto un aparato tan grande, tan gordo, tan
duro, tan rico, tan bien moldeado, tan exquisito!.
Domingo sonrió burlón, satisfecho y encogiendo los hombros al mismo
tiempo que introducía la nudosa polla, perfectamente vertical y
pegada a su vientre, en la boca de su reciente y locuaz señora.
La felación en directo se alargó varios minutos ante mis propias
narices. Percibía claramente el olor del cipotón igual que mis oídos
percibían los ruidos al sorber.
Después, los "nuevos consortes" continuaron sus discursos amorosos y
ceremoniales en la cama.
Allí tuvo lugar una cópula furibunda que los dos "cónyuges" me
comentaron en voz alta. Sus palabras les excitaron a ambos, por el
placer de exasperar mis celos.
- ¡Dámelo todo... dame tu chocho... toma mi colita! - decía él.
- ¡Tómalo, amor mío... siente como te abraza, como aprieta con
fuerza tu enorme pistón... échamela toda cuanto antes, cariño! -
replicaba ella.
- ¡Sí, Pili, que maravilla... me entran ganas de llegarte hasta el
fondo, reina... toma lefa rica, que está acumulada de dos días! -
seguía Domingo.
- ¡Fóllame bien, para que aprenda Luis!.
- ¡Siéntela vibrar... como te entra... oooh... me voy... me voy...!.
- ¡Cariño, como te siento... tesoro mío, como te siento dentro... en
el centro de mi coño... oooh... como me hace gozar... préñame, hazme
tuya... gocemos juntos, mi amor, gocemos en la cara del cornudo que
se la está cascando mientras nos contempla.
desde hace tiempo y como ya os he contado en cartas anteriores,
tiene como "novio" a Domingo.
La anterior Navidad, volvía a entristecer mi relación con Pili tras
la partida de Domingo con su familia. Iban a ser quince días de
separación, tedio y melancolía.
Mi morena esposa, de enormes ojos marrones y mirada oblicua y
aterciopelada, nunca me había parecido tan hermosa. Realmente
Domingo, su hasta entonces "novio", la había mejorado en calidad y
cantidad en esos siete meses de "noviazgo". Había puesto cuatro
kilos en su fina anatomía. ¿Como había estado tan ciego antes de
fijarse él en ella?.
Si os dijese que me parecía, anteriormente, feúcha. Un "callete"
pensaba que tenía por consorte. Por efecto de una leve miopía no
quería nunca ponerse sus gafas que la hacían tan interesante.
De nariz encantadora y casi recta con la frente, cara de óvalo
perfecto y boca tiernamente sensual, siempre dispuesta a sonreír, a
desarmar a cualquiera.
Nunca me había fijado suficientemente, en los ocho años de feliz
casorio, como revelaba su blanquísima hilera de dientes sin mácula
al sonreír.
¿Como he podido ser tan gilipollas de encontrar siempre más verde la
hierba del vecino que la mía?.
No había visto suficientemente bien su cuerpecito firme y esbelto,
de curvas armoniosas, de poco pecho pero de piernas muy espléndidas
y perfectamente moldeadas.
Nunca hubiese imaginado que una hembrita de tan solo 1,56 y 50kg,
con un aire despabilado y maneras a veces demasiado corteses,
estuviera con el que se la venía zumbando más de medio año seguido.
El cortejo, fase mágica e irrepetible en toda historia de amor y
pasión puros, duraba, como sabéis, siete largos meses pero, por fin,
la otra tarde en nuestro piso, Pili decidió que cambiásemos los
papeles.
El paripé de la ceremonia fue una nueva experiencia feliz y
entretenida para los tres e incluso arrebatadora para mí que pude
hacer de maestro de la ceremonia entregando mis derechos de marido a
Domingo en una breve boda, entregando todos los poderes a mi
sustituto y renunciando yo, tan enamorado de mi lozana y vital Pili,
para siempre pero sin perder, por supuesto, mis obligaciones en
particular en las ausencias del macho.
Todos mis anteriores privilegios y derechos se borraban sin piedad
de mi memoria para dar paso a otras notas más trascendentes y
sutiles.
El presente triunfa de la manera más fulgurante. El presente tiene
el rostro radiante y fornido de Domingo fundido con el cuerpo
marmóreo y menudito de Pili. Dicen que cada hijo viene con un pan
bajo el brazo, este, algo madurito, lo ha hecho con un barra de kilo
entre las piernas.
La espontánea frescura de la que ahora es escuetamente "su mujer",
la fascinación sexual de mi ex-esposa, una fascinación apetitosa que
sólo me había pasado desapercibida en mi periodo de ceguera mientras
ellos estaban chingando tan a gusto, ahora volvía a estar latente
como una fruta madura en sazón, cuyo sabor es sólo suyo y muy
difícil de definir, tal vez como una especie de regusto perverso que
dan los cuernos puestos.
Hemos pasado días encantadores. Al menos un servidor. El viaje de
novios ha sido para mí, puesto que él ha marchado con su prole y su
verdadera y real esposa a otra provincia. Pili se ha quedado conmigo
en casita esperando el retorno de su verdadero amor. Ella está
colada por él. También Domingo tiene el aire de estar encoñado con
Pili.
Lo que para alguien pueda parecer malo y hasta absurdo, para mí son
noches deliciosas, de una intensidad hecha de muchas pequeñas
atenciones a mi ex.
Si no son recíprocas por su parte, al menos por la mía son sinceras,
de ternura y de sensualidad.
Cuando acabamos de cenar ambos quitamos la mesa, vemos la tele en el
sofá, una versión picante en ausencia de Domingo, el "actual" de
Pili, y a la hora de ir a la cama tienen lugar las confidencias.
- ¿Como te parece que vamos en cuanto a sexo, ex-marido? - quiso
saber el otro día Pili.
- ¡Muy bien, de perlas! - respondí con una sonrisa en mi rostro aún
acalorado de haberme hecho una paja viéndola como se acicalaba en el
baño.
- ¿Te das cuenta, querido Luis, que ahora estoy en adulterio... qué
hago aquí sola contigo, si con el que ahora estoy casada y es mi
auténtico marido, está a tantos kilómetros?. ¡Tú eres simplemente un
ligue... que digo un ligue... eres mi sirviente, mi asistente!.
¡Desde hoy dormirás en la otra habitación!.
Aquí mis celos retrospectivos volvieron a aflorar. Consentí en
dormir en la habitación de huéspedes pero insistí en que me contase
más cosas de ellos.
- ¿Cuantas veces lo habéis hecho sin yo saberlo? - pregunté.
- No lo sé, no las he contado y aunque las supiera no te las diría,
eres demasiado indiscreto y lameculos. ¡Eso es particular y privado,
cabrón! - contestó muy seria.
Ella estaba sentada frente a mí. Había cruzado las piernas y me
mostraba los muslos, pícaramente, hasta la mitad.
Sonreí. Aquella visión tan agradable para un enamorado rechazado,
menospreciado y casi desesperado de amor, me trajo sin remedio a la
mente un recuerdo que me devolvió a la época en que nuestras
relaciones navegaban por el agua tranquila del convencionalismo.
Pili quiso aprovechar el fin de semana para ir de compras de "reyes"
para su amor y mientras, me dijo, yo aprovecharía para hacer
limpieza general de la casa.
Esa misma mañana encontré, entre las sábanas de la cama matrimonial,
algún cabello perdido de ella, algún pelo del pubis de mi amada.
Sentía aún el calor de su cuerpo y percibía su grato olor, algo
fuerte, a chocho falto de leche, ese olorcito que echa mi Pili
cuando está en celo.
Me desnudé y me metí en la cama, todavía deshecha. Encontré por
sorpresa sus bragas de seda adornadas con dos preciosas rosillas
escarlata en sus extremos. Las recogí como si fueran una preciada
reliquia.
Tras desdoblarlas, las besé, las desplegué en su totalidad, les di
varias vueltas entre mis dedos y las olfateé con fruición varias
veces como un sabueso, como si quisiera retener el más sutil,
sublime y huidizo de los perfumes femeninos.
Luego oprimí la prenda contra mi cara hasta cubrirme los ojos y
embriagándome, rompí en un leve llanto.
Estaba claro que bajo los pocos centímetros cuadrados de tela
todavía húmeda, había pernoctado y palpitado el joven y gordo pipón
de la cálida vagina de Pili. Olí aquella prenda delicada como un
perro, buscando el precioso aroma del chocho de Pili, amada y
reverenciada más que nunca, muchísimo más que antes y, por
desgracia, perdida para siempre.
Busqué aquella mezcla sutil, embriagadora, afrodisíaca y dolorosa al
mismo tiempo, de secreciones secretas, de flujos naturales, busqué
aquel aroma tan peculiar que anidaba en un punto preciso de las
braguitas y cuando lo hube hallado, lo aspiré con toda mi fuerza
pulmonar, con la esperanza de obtener un consuelo y tuve la
sensación de algo muy vivo que, en imperceptibles efluvios, entraba
en mis fosas nasales desde las más recónditas entrañas de la mujer
que amo, de la relación amorosa que me queda con ella cuando, en
realidad, no hago más que exasperar de ese modo el deseo carnal de
mi pituitaria insatisfecha durante casi dos semanas y, en
consecuencia, avivar el doloroso pero feliz tormento que de ello se
deriva.
Hasta el otro día, siempre había encontrado sus bragas bien lavadas
y que sólo olían a "colada".
Sólo la casualidad o el destino me han podido permitir al fin
alcanzar el soñado salto de calidad. Apreté contra mi corazón herido
el precioso y carísimo talismán, postrero recuerdo del bomboncito
que me ha plantado.
La imagen de Pili se me apareció de continuo, cruel y bellísima a un
tiempo, despiadada, fascinante, caprichosa e impredecible mientras
eclosionaba en un blanco y copioso orgasmo onanista.
Todavía tengo latente el fin de la "boda" del otro día. Fui testigo
presente y ausente al mismo tiempo, deseoso, hasta implorante pero
ignorado y borrado de la escena.
Pili lo desnudó ante mi atónita mirada. Después de desnudarlo
enteramente, lo besó tres veces en la boca, se dejó desvestir a su
vez y se arrodilló para besar y succionar el miembro erecto de su
nuevo esposo, a pocos centímetros de mi cara anhelante.
- ¡Que hermosa herramienta! - exclamó Pili para sacarme de mis
casillas, aguijoneándome - ¡Tienes la verga más preciosa de este
mundo, Domingo, nunca he visto un aparato tan grande, tan gordo, tan
duro, tan rico, tan bien moldeado, tan exquisito!.
Domingo sonrió burlón, satisfecho y encogiendo los hombros al mismo
tiempo que introducía la nudosa polla, perfectamente vertical y
pegada a su vientre, en la boca de su reciente y locuaz señora.
La felación en directo se alargó varios minutos ante mis propias
narices. Percibía claramente el olor del cipotón igual que mis oídos
percibían los ruidos al sorber.
Después, los "nuevos consortes" continuaron sus discursos amorosos y
ceremoniales en la cama.
Allí tuvo lugar una cópula furibunda que los dos "cónyuges" me
comentaron en voz alta. Sus palabras les excitaron a ambos, por el
placer de exasperar mis celos.
- ¡Dámelo todo... dame tu chocho... toma mi colita! - decía él.
- ¡Tómalo, amor mío... siente como te abraza, como aprieta con
fuerza tu enorme pistón... échamela toda cuanto antes, cariño! -
replicaba ella.
- ¡Sí, Pili, que maravilla... me entran ganas de llegarte hasta el
fondo, reina... toma lefa rica, que está acumulada de dos días! -
seguía Domingo.
- ¡Fóllame bien, para que aprenda Luis!.
- ¡Siéntela vibrar... como te entra... oooh... me voy... me voy...!.
- ¡Cariño, como te siento... tesoro mío, como te siento dentro... en
el centro de mi coño... oooh... como me hace gozar... préñame, hazme
tuya... gocemos juntos, mi amor, gocemos en la cara del cornudo que
se la está cascando mientras nos contempla.
miércoles, 10 de febrero de 2016
Esposo y esclavo
Después de muchos temores y obligado por mi esposa y Ama, paso a
contaros en grandes rasgos mi vida matrimonial.
Hace nueve años me enamoré de mi jefa, una mujer espléndida de 38
años, 1'78 de estatura, 80kg de peso y unas tetas de sacar el hipo.
Varias veces me atreví a pedirle salir con ella consiguiendo
únicamente que cada vez me tratara con más desprecio hasta que un
día acabó concediéndome el privilegio de salir con ella aunque
diciéndome:
- Vayamos donde vayamos, yo llevaré siempre la voz cantante y no
quiero que te confundan conmigo sentimentalmente ya que a mí solo me
gusta lo femenino y por eso, cuando estemos a solas me gustaría que
te llamaras Joana.
Yo quedé sorprendido pero ante su firmeza, accedí.
Durante la cena me contó que su familia estaría encantada de que se
casara pero también insistió en lo de que a ella solo le gustaban
las mujeres. Pero también, de pronto, mirándome fijamente a los
ojos, añadió:
- Si tú quieres seguir conmigo, has de obedecer siempre mis órdenes.
La verdad es que yo, ya sin saberlo, me estaba gustando su forma de
decirme que yo podría ser su esclavo.
Cuando se despidió de mí, me dijo:
- Si aceptas lo que te he dicho, mañana debes llevar braguitas, pues
yo no estoy dispuesta a ver ni un solo calzoncillo.
Aquella noche no pegué ojo pensando en donde me iba a meter.
Al día siguiente anunció, sin consultarme ni pedirme permiso, que
ella y yo nos casábamos dentro de quince días. Yo ya no podía salir
del atolladero y decidí seguir con el tema ya que estaba muy
enamorado de ella.
Montamos el piso y ya desde el primer momento me dijo que yo me
tenía que hacer a la idea de que, tanto la limpieza de la casa como
la colada, iban a ser cosa mía y que también tenía que cocinar así
como servirla a ella en la mesa.
No sé porque pero cada vez que me ordenaba algo yo me ponía a
trempar hasta el día en que ella se dio cuenta y sin previo aviso,
me pegó dos fuertes bofetones, llamándome guarro y degenerado.
Esta mujer realmente tiene un poder sobre mí que hace que me sienta
el más feliz de los hombres con tan solo una mira de mi señora y Ama.
- Desde ahora - me exigió una mañana - siempre que estés en casa
tendrás que ir vestido de mujer, tanto en las prendas exteriores
como en las interiores.
Fuimos los dos a comprarlas pasando yo una gran vergüenza. Pero yo
lo había querido así y de esta manera, mi papel en la cama siempre
fue de sumisión y feminización y si yo quería en algún momento
actuar como un hombre, me sacaba de la habitación, no sin antes
arrearme dos tortazos.
Bueno, ya llevábamos dos meses casados y yo cada vez más enamorado,
cuando un fin de semana me dijo:
- Ya sabes lo que a mí me gustan las mujeres así que ya puedes
prepararte a depilarte todo el vello del cuerpo, incluso los sobacos
y el pubis.
Así lo hice, quedándome la piel fina como la de una muñeca. Ella no
paraba de acariciarme haciéndome perder el mundo de vista y solo
reaccioné cuando mi mujer, con un consolador de cintura, se dispuso
a follarme el culo. No tuve más remedio que acceder.
Ella no paraba de destilar jugos por su raja y me llenaba, tanto por
el culo como en mi ego, pues me sentía una verdadera zorrita en sus
brazos.
Este tratamiento, que cada vez me gustaba más, se convirtió en
imprescindible para mí. Cada vez me siento más femenina y mi entrega
es total.
Ella disfruta muchísimo. Hace que me ponga el pito entre las
piernas, pegado con esparadrapo, y se corre obligándome a comerle el
coño con la lengua.
Todo iba pasando más o menos en el mismo sentido anteriormente
contado cuando un día mi mujer invitó a Azucena y Jorge, un
matrimonio amigo suyo.
Durante la cena el matrimonio invitado alabó lo limpia que tenía la
casa y a mi mujer se le escapó:
- Joana la limpia muy bien.
Yo no paraba de ir de la cocina al salón y una de las veces, mi
mujer dirigiéndose a mí, dijo:
- Mira, el fin de semana que viene tendrás que ir con Jorge a
limpiar su masía, pues dicen que hace mucho tiempo que no van por
allí. Azucena y yo nos quedaremos en Barcelona para hacer unas
compras.
Me quedé muy extrañado pero lo decía ella, mi dueña, y no había más
que hablar.
Llegó el viernes por la tarde y mi mujer me dijo que ya tenía la
bolsa hecha y que corriera, que abajo me estaba esperando Jorge.
Cogí la bolsa, bajé apresuradamente las escaleras y allí estaba él.
Me cogió la bolsa y como si yo fuera una dama, me abrió la puerta
del coche para que entrara en él.
Después de casi tres horas, llegamos a la finca. El se bajó, sacó la
bolsa del portaequipajes y me abrió la puerta. Me sentí muy halagado
por el comportamiento de Jorge, entramos y me hizo sentar en el sofá
del salón mientras él encendía fuego.
Al cabo de un rato salió del salón y al regresar me dijo:
- He colocado todas tus cosas en el armario y he podido comprobar
que tu mujer no mentía cuando me dijo que eras toda una mujercita.
Me puse colorado como un tomate y no sabía donde mirar pero, sin
darme cuenta, ya estaba en brazos de aquel hombre, besándonos.
- Ya puedes ir a cambiarte - me dijo apartando su boca de la mía -
Quiero tenerte como me ha contado tu mujer.
Fui a mi habitación y cual no sería mi sorpresa cuando vi la
indumentaria que había preparado mi mujer, ropa que ya la querría
para sí cualquier puta. Consistía en un sujetador con relleno,
braguitas de varios colores, salto de cama, medias, liguero, un sin
fin de coqueterías muy femeninas y junto a ellas un neceser con
maquillaje, punta labios, rimel para ojos, perfume y una caja de
preservativos.
Intentando no ponerme nervioso, me maquillé, pinté labios y ojos y
me vestí como un furcia.
Al cabo de una hora aproximadamente, bajé por las escaleras como si
fuera una princesita. Abajo me esperaba Jorge que, al estar junto a
él, me dio el morreo más grande que me habían dado nunca, luego me
hizo sentar y me sirvió un cóctel.
Yo me sentía extraño, pues no estaba acostumbrado a que me
sirvieran.
A continuación se sentó a mi lado, tocándome todo lo que quiso y
diciéndome:
- Todo esto ha sido preparado por Nuria, tu mujer, y desde ahora
también pasas a ser mi esclava.
Diciendo esto, me pegó dos bofetones, me hizo desnudar por completo,
me insultó y haciéndome poner de rodillas, me obligó a hacerle una
felación.
Luego me puso un delantal de criada sobre mi total desnudez y a
golpes de fusta, me hizo prepararle la cena.
Aquella noche me ató, me flageló, me folló cuantas veces quiso y os
lo juro, fui feliz.
Cuando regresamos fue otra fiesta, pues todos se cachondeaban de mí.
En la actualidad sigo siendo la esclava de Jorge, el marido de Nuri,
y la chacha de todos ellos.
contaros en grandes rasgos mi vida matrimonial.
Hace nueve años me enamoré de mi jefa, una mujer espléndida de 38
años, 1'78 de estatura, 80kg de peso y unas tetas de sacar el hipo.
Varias veces me atreví a pedirle salir con ella consiguiendo
únicamente que cada vez me tratara con más desprecio hasta que un
día acabó concediéndome el privilegio de salir con ella aunque
diciéndome:
- Vayamos donde vayamos, yo llevaré siempre la voz cantante y no
quiero que te confundan conmigo sentimentalmente ya que a mí solo me
gusta lo femenino y por eso, cuando estemos a solas me gustaría que
te llamaras Joana.
Yo quedé sorprendido pero ante su firmeza, accedí.
Durante la cena me contó que su familia estaría encantada de que se
casara pero también insistió en lo de que a ella solo le gustaban
las mujeres. Pero también, de pronto, mirándome fijamente a los
ojos, añadió:
- Si tú quieres seguir conmigo, has de obedecer siempre mis órdenes.
La verdad es que yo, ya sin saberlo, me estaba gustando su forma de
decirme que yo podría ser su esclavo.
Cuando se despidió de mí, me dijo:
- Si aceptas lo que te he dicho, mañana debes llevar braguitas, pues
yo no estoy dispuesta a ver ni un solo calzoncillo.
Aquella noche no pegué ojo pensando en donde me iba a meter.
Al día siguiente anunció, sin consultarme ni pedirme permiso, que
ella y yo nos casábamos dentro de quince días. Yo ya no podía salir
del atolladero y decidí seguir con el tema ya que estaba muy
enamorado de ella.
Montamos el piso y ya desde el primer momento me dijo que yo me
tenía que hacer a la idea de que, tanto la limpieza de la casa como
la colada, iban a ser cosa mía y que también tenía que cocinar así
como servirla a ella en la mesa.
No sé porque pero cada vez que me ordenaba algo yo me ponía a
trempar hasta el día en que ella se dio cuenta y sin previo aviso,
me pegó dos fuertes bofetones, llamándome guarro y degenerado.
Esta mujer realmente tiene un poder sobre mí que hace que me sienta
el más feliz de los hombres con tan solo una mira de mi señora y Ama.
- Desde ahora - me exigió una mañana - siempre que estés en casa
tendrás que ir vestido de mujer, tanto en las prendas exteriores
como en las interiores.
Fuimos los dos a comprarlas pasando yo una gran vergüenza. Pero yo
lo había querido así y de esta manera, mi papel en la cama siempre
fue de sumisión y feminización y si yo quería en algún momento
actuar como un hombre, me sacaba de la habitación, no sin antes
arrearme dos tortazos.
Bueno, ya llevábamos dos meses casados y yo cada vez más enamorado,
cuando un fin de semana me dijo:
- Ya sabes lo que a mí me gustan las mujeres así que ya puedes
prepararte a depilarte todo el vello del cuerpo, incluso los sobacos
y el pubis.
Así lo hice, quedándome la piel fina como la de una muñeca. Ella no
paraba de acariciarme haciéndome perder el mundo de vista y solo
reaccioné cuando mi mujer, con un consolador de cintura, se dispuso
a follarme el culo. No tuve más remedio que acceder.
Ella no paraba de destilar jugos por su raja y me llenaba, tanto por
el culo como en mi ego, pues me sentía una verdadera zorrita en sus
brazos.
Este tratamiento, que cada vez me gustaba más, se convirtió en
imprescindible para mí. Cada vez me siento más femenina y mi entrega
es total.
Ella disfruta muchísimo. Hace que me ponga el pito entre las
piernas, pegado con esparadrapo, y se corre obligándome a comerle el
coño con la lengua.
Todo iba pasando más o menos en el mismo sentido anteriormente
contado cuando un día mi mujer invitó a Azucena y Jorge, un
matrimonio amigo suyo.
Durante la cena el matrimonio invitado alabó lo limpia que tenía la
casa y a mi mujer se le escapó:
- Joana la limpia muy bien.
Yo no paraba de ir de la cocina al salón y una de las veces, mi
mujer dirigiéndose a mí, dijo:
- Mira, el fin de semana que viene tendrás que ir con Jorge a
limpiar su masía, pues dicen que hace mucho tiempo que no van por
allí. Azucena y yo nos quedaremos en Barcelona para hacer unas
compras.
Me quedé muy extrañado pero lo decía ella, mi dueña, y no había más
que hablar.
Llegó el viernes por la tarde y mi mujer me dijo que ya tenía la
bolsa hecha y que corriera, que abajo me estaba esperando Jorge.
Cogí la bolsa, bajé apresuradamente las escaleras y allí estaba él.
Me cogió la bolsa y como si yo fuera una dama, me abrió la puerta
del coche para que entrara en él.
Después de casi tres horas, llegamos a la finca. El se bajó, sacó la
bolsa del portaequipajes y me abrió la puerta. Me sentí muy halagado
por el comportamiento de Jorge, entramos y me hizo sentar en el sofá
del salón mientras él encendía fuego.
Al cabo de un rato salió del salón y al regresar me dijo:
- He colocado todas tus cosas en el armario y he podido comprobar
que tu mujer no mentía cuando me dijo que eras toda una mujercita.
Me puse colorado como un tomate y no sabía donde mirar pero, sin
darme cuenta, ya estaba en brazos de aquel hombre, besándonos.
- Ya puedes ir a cambiarte - me dijo apartando su boca de la mía -
Quiero tenerte como me ha contado tu mujer.
Fui a mi habitación y cual no sería mi sorpresa cuando vi la
indumentaria que había preparado mi mujer, ropa que ya la querría
para sí cualquier puta. Consistía en un sujetador con relleno,
braguitas de varios colores, salto de cama, medias, liguero, un sin
fin de coqueterías muy femeninas y junto a ellas un neceser con
maquillaje, punta labios, rimel para ojos, perfume y una caja de
preservativos.
Intentando no ponerme nervioso, me maquillé, pinté labios y ojos y
me vestí como un furcia.
Al cabo de una hora aproximadamente, bajé por las escaleras como si
fuera una princesita. Abajo me esperaba Jorge que, al estar junto a
él, me dio el morreo más grande que me habían dado nunca, luego me
hizo sentar y me sirvió un cóctel.
Yo me sentía extraño, pues no estaba acostumbrado a que me
sirvieran.
A continuación se sentó a mi lado, tocándome todo lo que quiso y
diciéndome:
- Todo esto ha sido preparado por Nuria, tu mujer, y desde ahora
también pasas a ser mi esclava.
Diciendo esto, me pegó dos bofetones, me hizo desnudar por completo,
me insultó y haciéndome poner de rodillas, me obligó a hacerle una
felación.
Luego me puso un delantal de criada sobre mi total desnudez y a
golpes de fusta, me hizo prepararle la cena.
Aquella noche me ató, me flageló, me folló cuantas veces quiso y os
lo juro, fui feliz.
Cuando regresamos fue otra fiesta, pues todos se cachondeaban de mí.
En la actualidad sigo siendo la esclava de Jorge, el marido de Nuri,
y la chacha de todos ellos.
Marta y los cuernos.
Hacía tiempo que sospechaba de la fidelidad de Marta, que era
entonces mi novia. No había hechos definidos y claros, pero ella
dejaba aquí y allá pistas sugerentes: no estar en la casa por la
noche, cuando la llamaba, algunas distracciones extrañas, un tono
distraído en algunas de nuestras conversaciones telefónicas, como si
estuviera con alguien.
Esa mañana la llamé desde el trabajo y esa sensación de que estaba
con alguien se hizo demasiado patente. Alguna frase entrecortada,
una exclamación inexplicable, en fin, indicios que coincidían en una
sola y única conclusión. Acorté la comunicación, fijando una cita
para la tarde. Así no esperaría nada de mi parte que interrumpiera
lo que fuera que estaba haciendo. Con un pretexto cualquiera me fui
de la oficina: era pleno verano, había poco trabajo y poca gente y
los jefes prestaban una atención esporádica a lo que ocurría, salvo
cuando se les ocurría una idea genial (eso creían ellos) y
pretendían que todos nos pusiéramos manos a la obra en el mismo
minuto. Ese no era uno de tales momentos y mi salida no interesó a
nadie.
Me dirigí a la casa de Marta, que estaba muy cerca, a unos 15
minutos de viaje. La velocidad de mi llegada era esencial para
descubrir qué estaba ocurriendo. Mi corazón latía acelerado, en una
mezcla de angustia y excitación. Cuando llegué a la entrada del
edificio, tuve suerte. En ese mismo momento salía una persona, lo
que me permitió ir directamente al departamento de Marta sin
necesidad de llamar por el portero eléctrico. Por lo tanto, mi
primer aviso fue tocar el timbre de su puerta. Abrió
desprevenidamente la mujer que limpiaba por las mañanas. La pobre se
sobresaltó, pues ya me conocía bien, pero no le di oportunidad de
cerrarme el paso y me metí sin más trámite.
Fui de inmediato al dormitorio de Marta y, como lo suponía, estaba
vacío. Volví sobre mis pasos y encaré hacia la puerta cerrada del
dormitorio de sus padres. Yo tenía todos los motivos para saber que
Marta prefería la cama matrimonial para sus juegos eróticos. La
puerta, naturalmente, estaba cerrada. Ni siquiera pensé en la
posibilidad de que su padre estuviera adentro (por su madre no tenía
que preocuparme, porque sabía que pasaba el verano en la playa,
donde Marta se le uniría en pocos días.
Abrí la puerta y entré al dormitorio. La primera visión fue la de un
culo peludo que apuntaba en dirección a mí y que se movía
rítmicamente, arriba y abajo, arriba y abajo. Quedé paralizado. No
es que no lo esperara, es claro, pero ver tan brutalmente
confirmadas mis sospechas era algo demasiado fuerte. Mi irrupción no
pasó desapercibida, a pesar de lo entretenidos que estaban el
propietario del culo peludo y mi Marta debajo de él. Marta me miró
con una combinación de sorpresa y sobresalto. No me esperaba, eso
era evidente. Y hubiera preferido que no la encontrara en tal
postura, eso también era evidente.
Yo había quedado sin palabras. Marta también. Le correspondió
a "culo peludo", que se salió de arriba de Marta, se recostó junto a
ella sobre su codo derecho y me miró con expresión entre sorprendida
y maliciosamente satisfecha, romper el silencio.
- ¿Quién eres?, me preguntó con descaro.
Yo no pude responder nada, pero la muy puta recuperó la compostura y
contestó por mí:
- Es Ángel, mi novio.
Y, como si estuviéramos en la más inocente de las situaciones,
completó la presentación, diciéndome:
- Él es Guillermo, mi macho.
Tanto descaro aumentó mi estupefacción y seguí mudo. Una sensación
de dolor y humillación me paralizaba. Pero también, en algún punto
de mi interior, esa escena me excitaba enormemente.
Poco a poco, pude ir captando la totalidad de lo que estaba ante mis
ojos. Ambos estaban completamente desnudos. El bello y exuberante
cuerpo de Marta estaba tendido de espaldas, con las piernas
separadas y sus grandes tetas derramadas sobre su tórax. El hombre
que gozaba de ella era un individuo alto y delgado, bastante
velludo, que me miraba con curiosidad y una sonrisa satisfecha.
Apreciaba la ventaja que le daba el que yo fuera el cornudo y él el
encornudador. Su pija seguía erecta, tal como la había sacado de la
concha de Marta al entrar yo. Y debo reconocer que era un ejemplar
de buen tamaño, al menos algo mayor que la mía.
Como yo seguía sin decir nada, Marta retomó la palabra.
- No sé quieres hacer. Si te parece, dejemos nuestra relación.
Porque yo no dejaría de acostarme con Guillermo.
Que pusiera las cosas tan claras ayudó a que superara mi perplejidad
y dijera algo que me costó creer que saliera de mi boca.
- No, Marta. No quiero que dejemos. Quiero seguir siendo tu novio,
aunque tú necesites de alguien más para estar satisfecha.
Mi rival (al que yo mismo estaba reconociendo como imbatible) soltó
una risa grosera. Marta lo miró con embobamiento, como si esa fuera
la cosa más maravillosa del mundo, giró hacia él y lo besó con
pasión en la boca. Se entretuvieron en su entrechocar de lenguas por
unos buenos minutos, mientras yo miraba cada vez más dolido y
humillado. Y cada vez más excitado, de lo que daba testimonio la
hinchazón en mi pantalón.
Cuando por fin decidieron separar sus bocas, Marta volvió a mirarme.
(El crápula también.)
Nuevamente, el sonido de mis propias palabras me sorprendió, porque
no creía lo que yo mismo estaba diciendo:
- No quiero que me apartes de tu vida. Quiero estar contigo, aunque
sea para verte coger con otro.
Era un permiso demasiado amplio como para que no tuviera una
respuesta.
- Cierra la puerta, me ordenó, seguramente para que la fámula no se
beneficiara con el espectáculo. Y con una lentitud deliberada se
inclinó sobre el hombre, bajó la cabeza y comenzó a besarle el duro
miembro. Repasó con su lengua el tronco, arriba y abajo, lamió
suavemente el glande, volvió a bajar con los labios y la lengua por
la nervuda estaca, se dedicó a besar, lamer y chupar los huevos,
tornó a subir por el tronco hasta engullirse la cabeza entera y
tragarla con deleite. Guillermo se tendió boca arriba, con expresión
de placer y emitiendo unos rugidos elocuentes.
Marta siguió con su tarea (yo bien sabía de su destreza artesanal
para realizarla) hasta que los rugidos de Guillermo se hicieron más
continuos y más fuertes. Un grito de él y una más afanosa chupada de
ella indicaron el momento de la eyaculación. Marta continuó mamando
hasta que agotó todo el semen y sólo entonces soltó su golosina, con
la lentitud de quien abandona algo que quisiera conservar.
Entonces, se irguió en la cama, me miró nuevamente y me dijo con
firmeza: - Si quieres ver, tienes que ser parte. Ven, bésame.
Me acerqué de su lado de la cama y pegué mi boca a la suya. Recorrí
con mi lengua su interior, sintiendo en la suya el acre sabor del
semen y de los jugos vaginales que habían empapado a aquella pija
antes de que ella la limpiara con su mamada. Cuando consideró que ya
había degustado lo suficiente los sabores del sexo en su boca, cortó
el beso y volvió a ordenarme: - Ahora , chupame la concha cogida por
otro.
Otra vez obedecí sin saber bien por qué me sometía a ese trato. Me
arrodillé al lado de la cama, hundí la cabeza entre sus piernas y le
propiné una memorable lamida. Me sentía como un trapo de piso, pero
la situación me excitaba terriblemente.
Sin mover sus piernas, para que yo siguiera chupando, llevó el torso
hacia el cuerpo de Guillermo y comenzó a besarlo en la boca, en el
cuello, detrás de las orejas y en el pecho peludo. Desde mi posición
los oía hablarse apasionadamente. Él la llamaba su hembra, su puta,
el estuche de su pija. Ella lo llamaba su hombre, su macho, su
fuente de leche caliente. El le devolvía los besos, cada vez con más
violencia. Finalmente, la mano de Guillermo me apartó del ardiente
sexo de mi novia, volvió a treparse sobre ella, que retribuyó
rodeando la cintura de él con sus piernas y la pija (que a mí ya me
parecía gigantesca, agrandada por la posición superior en que se
encontraba respecto de mí) se hundió otra vez en aquella cueva que
yo había considerado sólo mía.
Me senté en el suelo a mirar cómo cogían. Y debo reconocer que fue
todo un espectáculo. Con sonido incluido, ya que los gritos, jadeos
y gemidos no hubieran permitido a un ciego dudar sobre lo que allí
estaba ocurriendo.
Por fin acabaron al unísono, con gran estruendo. Y nuevamente me
tocó la tarea de limpiar la hermosa concha de todo vestigio de la
cogida, mientras la boca de Marta hacía lo mismo con la pija de su
amante.
Guillermo me tocó festivamente la frente, diciéndome cornudo en
todas las variantes que se le ocurrieron. Cuando Marta terminó su
higiénica labor, me apartó de la mía y me dijo con mucha seriedad:
- De ahora en adelante, ya lo sabes. Yo voy a seguir cogiendo con
Guillermo. Él es el dueño de mi concha, de mi boca y de mi culo. Tú
puedes ser mi novio y coger conmigo cuando Guillermo no esté. Y
también vas a poder vernos cuando cogemos, con la condición de que
hagas lo que te digamos. Ah, y que nos traigas cerveza de la
heladera.
Los dos se rieron a carcajadas cuando él agregó: - En invierno puede
ser café.
Echando una mirada al notorio bulto en mi pantalón, Marta me
autorizó a masturbarme sobre las sábanas paternas, que de todos
modos debían ser cambiadas después de semejante sesión de sexo de
ellos dos.
Antes de volver al trabajo, tuve que ir a la cocina a buscar aceite
(ante la mirada burlona de la sirvienta), untar el culo de Marta y
presenciar cómo Guillermo se la metía en tan preciado agujerito.
Cuando salía, Marta me dio un ligero beso de despedida y me dijo:
- Así me gusta, que me ayudes a disfrutar. Eres un buen cornudo y te
quiero más por eso. No te preocupes, Guillermo no me va a durar
mucho, pero ya habrá otros que sembrarán en mi jardín para que
siempre tengas tus cuernos bien crecidos.
entonces mi novia. No había hechos definidos y claros, pero ella
dejaba aquí y allá pistas sugerentes: no estar en la casa por la
noche, cuando la llamaba, algunas distracciones extrañas, un tono
distraído en algunas de nuestras conversaciones telefónicas, como si
estuviera con alguien.
Esa mañana la llamé desde el trabajo y esa sensación de que estaba
con alguien se hizo demasiado patente. Alguna frase entrecortada,
una exclamación inexplicable, en fin, indicios que coincidían en una
sola y única conclusión. Acorté la comunicación, fijando una cita
para la tarde. Así no esperaría nada de mi parte que interrumpiera
lo que fuera que estaba haciendo. Con un pretexto cualquiera me fui
de la oficina: era pleno verano, había poco trabajo y poca gente y
los jefes prestaban una atención esporádica a lo que ocurría, salvo
cuando se les ocurría una idea genial (eso creían ellos) y
pretendían que todos nos pusiéramos manos a la obra en el mismo
minuto. Ese no era uno de tales momentos y mi salida no interesó a
nadie.
Me dirigí a la casa de Marta, que estaba muy cerca, a unos 15
minutos de viaje. La velocidad de mi llegada era esencial para
descubrir qué estaba ocurriendo. Mi corazón latía acelerado, en una
mezcla de angustia y excitación. Cuando llegué a la entrada del
edificio, tuve suerte. En ese mismo momento salía una persona, lo
que me permitió ir directamente al departamento de Marta sin
necesidad de llamar por el portero eléctrico. Por lo tanto, mi
primer aviso fue tocar el timbre de su puerta. Abrió
desprevenidamente la mujer que limpiaba por las mañanas. La pobre se
sobresaltó, pues ya me conocía bien, pero no le di oportunidad de
cerrarme el paso y me metí sin más trámite.
Fui de inmediato al dormitorio de Marta y, como lo suponía, estaba
vacío. Volví sobre mis pasos y encaré hacia la puerta cerrada del
dormitorio de sus padres. Yo tenía todos los motivos para saber que
Marta prefería la cama matrimonial para sus juegos eróticos. La
puerta, naturalmente, estaba cerrada. Ni siquiera pensé en la
posibilidad de que su padre estuviera adentro (por su madre no tenía
que preocuparme, porque sabía que pasaba el verano en la playa,
donde Marta se le uniría en pocos días.
Abrí la puerta y entré al dormitorio. La primera visión fue la de un
culo peludo que apuntaba en dirección a mí y que se movía
rítmicamente, arriba y abajo, arriba y abajo. Quedé paralizado. No
es que no lo esperara, es claro, pero ver tan brutalmente
confirmadas mis sospechas era algo demasiado fuerte. Mi irrupción no
pasó desapercibida, a pesar de lo entretenidos que estaban el
propietario del culo peludo y mi Marta debajo de él. Marta me miró
con una combinación de sorpresa y sobresalto. No me esperaba, eso
era evidente. Y hubiera preferido que no la encontrara en tal
postura, eso también era evidente.
Yo había quedado sin palabras. Marta también. Le correspondió
a "culo peludo", que se salió de arriba de Marta, se recostó junto a
ella sobre su codo derecho y me miró con expresión entre sorprendida
y maliciosamente satisfecha, romper el silencio.
- ¿Quién eres?, me preguntó con descaro.
Yo no pude responder nada, pero la muy puta recuperó la compostura y
contestó por mí:
- Es Ángel, mi novio.
Y, como si estuviéramos en la más inocente de las situaciones,
completó la presentación, diciéndome:
- Él es Guillermo, mi macho.
Tanto descaro aumentó mi estupefacción y seguí mudo. Una sensación
de dolor y humillación me paralizaba. Pero también, en algún punto
de mi interior, esa escena me excitaba enormemente.
Poco a poco, pude ir captando la totalidad de lo que estaba ante mis
ojos. Ambos estaban completamente desnudos. El bello y exuberante
cuerpo de Marta estaba tendido de espaldas, con las piernas
separadas y sus grandes tetas derramadas sobre su tórax. El hombre
que gozaba de ella era un individuo alto y delgado, bastante
velludo, que me miraba con curiosidad y una sonrisa satisfecha.
Apreciaba la ventaja que le daba el que yo fuera el cornudo y él el
encornudador. Su pija seguía erecta, tal como la había sacado de la
concha de Marta al entrar yo. Y debo reconocer que era un ejemplar
de buen tamaño, al menos algo mayor que la mía.
Como yo seguía sin decir nada, Marta retomó la palabra.
- No sé quieres hacer. Si te parece, dejemos nuestra relación.
Porque yo no dejaría de acostarme con Guillermo.
Que pusiera las cosas tan claras ayudó a que superara mi perplejidad
y dijera algo que me costó creer que saliera de mi boca.
- No, Marta. No quiero que dejemos. Quiero seguir siendo tu novio,
aunque tú necesites de alguien más para estar satisfecha.
Mi rival (al que yo mismo estaba reconociendo como imbatible) soltó
una risa grosera. Marta lo miró con embobamiento, como si esa fuera
la cosa más maravillosa del mundo, giró hacia él y lo besó con
pasión en la boca. Se entretuvieron en su entrechocar de lenguas por
unos buenos minutos, mientras yo miraba cada vez más dolido y
humillado. Y cada vez más excitado, de lo que daba testimonio la
hinchazón en mi pantalón.
Cuando por fin decidieron separar sus bocas, Marta volvió a mirarme.
(El crápula también.)
Nuevamente, el sonido de mis propias palabras me sorprendió, porque
no creía lo que yo mismo estaba diciendo:
- No quiero que me apartes de tu vida. Quiero estar contigo, aunque
sea para verte coger con otro.
Era un permiso demasiado amplio como para que no tuviera una
respuesta.
- Cierra la puerta, me ordenó, seguramente para que la fámula no se
beneficiara con el espectáculo. Y con una lentitud deliberada se
inclinó sobre el hombre, bajó la cabeza y comenzó a besarle el duro
miembro. Repasó con su lengua el tronco, arriba y abajo, lamió
suavemente el glande, volvió a bajar con los labios y la lengua por
la nervuda estaca, se dedicó a besar, lamer y chupar los huevos,
tornó a subir por el tronco hasta engullirse la cabeza entera y
tragarla con deleite. Guillermo se tendió boca arriba, con expresión
de placer y emitiendo unos rugidos elocuentes.
Marta siguió con su tarea (yo bien sabía de su destreza artesanal
para realizarla) hasta que los rugidos de Guillermo se hicieron más
continuos y más fuertes. Un grito de él y una más afanosa chupada de
ella indicaron el momento de la eyaculación. Marta continuó mamando
hasta que agotó todo el semen y sólo entonces soltó su golosina, con
la lentitud de quien abandona algo que quisiera conservar.
Entonces, se irguió en la cama, me miró nuevamente y me dijo con
firmeza: - Si quieres ver, tienes que ser parte. Ven, bésame.
Me acerqué de su lado de la cama y pegué mi boca a la suya. Recorrí
con mi lengua su interior, sintiendo en la suya el acre sabor del
semen y de los jugos vaginales que habían empapado a aquella pija
antes de que ella la limpiara con su mamada. Cuando consideró que ya
había degustado lo suficiente los sabores del sexo en su boca, cortó
el beso y volvió a ordenarme: - Ahora , chupame la concha cogida por
otro.
Otra vez obedecí sin saber bien por qué me sometía a ese trato. Me
arrodillé al lado de la cama, hundí la cabeza entre sus piernas y le
propiné una memorable lamida. Me sentía como un trapo de piso, pero
la situación me excitaba terriblemente.
Sin mover sus piernas, para que yo siguiera chupando, llevó el torso
hacia el cuerpo de Guillermo y comenzó a besarlo en la boca, en el
cuello, detrás de las orejas y en el pecho peludo. Desde mi posición
los oía hablarse apasionadamente. Él la llamaba su hembra, su puta,
el estuche de su pija. Ella lo llamaba su hombre, su macho, su
fuente de leche caliente. El le devolvía los besos, cada vez con más
violencia. Finalmente, la mano de Guillermo me apartó del ardiente
sexo de mi novia, volvió a treparse sobre ella, que retribuyó
rodeando la cintura de él con sus piernas y la pija (que a mí ya me
parecía gigantesca, agrandada por la posición superior en que se
encontraba respecto de mí) se hundió otra vez en aquella cueva que
yo había considerado sólo mía.
Me senté en el suelo a mirar cómo cogían. Y debo reconocer que fue
todo un espectáculo. Con sonido incluido, ya que los gritos, jadeos
y gemidos no hubieran permitido a un ciego dudar sobre lo que allí
estaba ocurriendo.
Por fin acabaron al unísono, con gran estruendo. Y nuevamente me
tocó la tarea de limpiar la hermosa concha de todo vestigio de la
cogida, mientras la boca de Marta hacía lo mismo con la pija de su
amante.
Guillermo me tocó festivamente la frente, diciéndome cornudo en
todas las variantes que se le ocurrieron. Cuando Marta terminó su
higiénica labor, me apartó de la mía y me dijo con mucha seriedad:
- De ahora en adelante, ya lo sabes. Yo voy a seguir cogiendo con
Guillermo. Él es el dueño de mi concha, de mi boca y de mi culo. Tú
puedes ser mi novio y coger conmigo cuando Guillermo no esté. Y
también vas a poder vernos cuando cogemos, con la condición de que
hagas lo que te digamos. Ah, y que nos traigas cerveza de la
heladera.
Los dos se rieron a carcajadas cuando él agregó: - En invierno puede
ser café.
Echando una mirada al notorio bulto en mi pantalón, Marta me
autorizó a masturbarme sobre las sábanas paternas, que de todos
modos debían ser cambiadas después de semejante sesión de sexo de
ellos dos.
Antes de volver al trabajo, tuve que ir a la cocina a buscar aceite
(ante la mirada burlona de la sirvienta), untar el culo de Marta y
presenciar cómo Guillermo se la metía en tan preciado agujerito.
Cuando salía, Marta me dio un ligero beso de despedida y me dijo:
- Así me gusta, que me ayudes a disfrutar. Eres un buen cornudo y te
quiero más por eso. No te preocupes, Guillermo no me va a durar
mucho, pero ya habrá otros que sembrarán en mi jardín para que
siempre tengas tus cuernos bien crecidos.
Me encanta que se cojan a mi mujer.
Como pueden apreciar, soy casado y ya llevo más de 20 años con la
misma mujer, ella se llama Viviana y yo Carlos.
Vivi tiene un cuerpo espectacular un culo que todos se dan vuelta
para mirarlo y además le gusta mostrar, sus tetas paradas y duras de
un tamaño importante la hacen muy deseable para cualquiera.
Desde joven he tenido relaciones bisexuales, con algún vecino y/o
amigo, dichas relaciones tuvieron un corte a mis 18 años y por
muchísimo tiempo no tuve más contactos sexuales con hombres. Esta
parte de mi vida se las había ocultado durante un montón de años a
mi mujer.
Resulta que un día en unas vacaciones yo solo aquí me fui encontrar
con un amigo Luis que también mi mujer conocía y muy bien por que
hacia tiempo lo invitamos a una fiesta de otro amigo ya que estaba
solo y como era una fiesta de disfraces cada uno estaba vestido de
una manera espectacular, yo de smoking y una careta de gorila, mi
mujer vestida bien de los años 30, para eso se puso un vestidito muy
cortito de seda y lleno de flecos apenas le tapaba la cola, abajo
una tanguita bien puta y nuestro amigo en común vestido de las mil y
una noches.
Yo en un momento dado bastante bebido los vi bailando muy
apretaditos y él le metía la mano en la cola, luego los perdí de
vista, como pude me puse a buscarlos cuando siento en el cuarto de
servicio de la casa unos gemidos que conocía, despacio fui entrando
y la veo a ella apoyada contra el lavabo y Luis penetrándola desde
atrás. Ella le pedía más y más y le decía que tenía una pija
espectacular que le gustaba mucho y que quería que la partiese en
dos, ella no me vio pero mi amigo en un momento me mira y me sonríe.
Cuando veo que acaban yo me voy y al ratito ella viene a mi lado
toda mimosa y me dice si no quería cojerla en el baño, fuimos allí
me puse a chuparle la concha que estaba llena d leche de mi amigo y
luego la coji, le dije que estaba empapada y ella me dijo que se
había calentado mucho y nunca más hablamos del tema.
Bueno volviendo a la cosa fui a ver a Luis, nos pusimos tomar algo y
a ver una película porno, con las pijas paradas nos pusimos a
pajearnos de repente como quien no quiere la cosa él me tomo la mano
y se la llevo a su pija. La agarre como hacía mucho tiempo no tomaba
una y sin más comencé a pajearlo y de repente me puse a mamarla y al
rato me estaba comiendo una pija impresionante.
Mientras me penetraba me hacia recordar la fiesta, y me decía así:
- ¿Te gusto aquel día que me la coji a Vivi?
- Si, me encanto.
- Siempre te gusto ser cornudo, ¿no?
- No lo se, lo que si sé es que me éxito mucho verla cogiendo y
gozando con tu pija.
- Sí, gozaba como lo haces ahora vos, yo sabía que en algún momento
esto iba a ocurrir, gozarla a Vivi y a Vos.
Días mas tarde de este episodio me junto con mi mujer y le cuento lo
sucedido ella comenzó a llorar y me dijo de todo y le conté que ya
había tenido relaciones antes y que no se que me impulso nuevamente
a querer gozar de esta manera.
De a poco ella se fue acostumbrando a lo que le había contado y
mientras hacíamos el amor me tocaba el culo y despacio comenzó a
insitarme a que compre un consolador, cosa que hice.
A partir de ese momento mi vida cambio, ella me empezó a coger una y
otra vez en cada relación que manteníamos ella me cogía con más
ganas. Había días donde ella no me dejaba penetrarla y me decía que
ella era el macho y que yo era una putita.
Paso el tiempo y un día otro matrimonio amigo el cual frecuentábamos
mucho él me dijo directamente que estaba caliente con mi mujer y que
proponía que hiciéramos un intercambio. Yo me quede duro pensando y
cuando volví a casa le conté a Vivi lo ocurrido y me dijo así:
Mira Carlos vos te diste unos cuantos gustos y yo también quiero
dármelos así que anda y decile a Pepe que tu mujer tiene muchas
ganas que se la coja, además vas y le decís que a vos también te
gusta que me cojan.
Cosa que hice y realmente mi mujer fue garchada una y otra vez, yo
también cogía a su mujer pero el se ganó el premio ya que mi hembra
salía con el cuándo él quería y luego yo me chupaba sin saber su
leche ya que ninguno de los dos me decía nada.
Pero eso sí yo la veía a mi mujer contenta y me decía
- "Ay mi querido cornudo, no sabes como me gozar tu amigo, esa pija
es tan o más grandota que la de Luis"
Y en ese momento me dice:
- La tiene grande Luis no?
Le digo:
- Sí, cómo sabes.
Y ella me dice:
- Bueno te cuento que me lo cogí en la fiesta aquella, te acordas
cuando fuimos al baño y me dijiste que mojada que estaba bueno eso
era la leche de Luis. Así que ahora sabes que te puse los cuernos
con el que te cogió a vos también.
Un día mi mujer me dice por que no la cogíamos juntos allí comenzó
otra etapa ya que estábamos los dos con ella yo le chupaba la concha
mientras el se la cogía desde atrás y de paso le pasaba la lengua
por la pija, ese día no me dejo cogerla solo me decía :
- Mira papito como me coge Pepe, te gusta verla a tu mujercita con
otra pija adentro? Si se que te encanta y vas a tener mucho más te
lo prometo.
La siguiente vez que estuvimos los cuatro me insinuó a chuparle la
poronga de Pepe adelante de la esposa cosa que nunca tampoco ella me
había visto hacer las damas estaban complacidas con lo que veían y
mi amigo más que satisfecho ya que tenia a su mujer, la mía, y al
chupa pija de su amigo todos para satisfacerlo a el.
Un día se corto esto y siempre quede con las ganas de que me cogiera
adelante de mi hembra así ella podía ver al putito de su marido.
Pasaron algunos años 3 y de nuevo comenzamos a salir con este amigo
y se la volvió a coger, fuimos a varios telos juntos y me muestran
como cogen como se la mete, como ella le chupa la pija y como cada
día se pone más puta.
Una de esas salidas ella vestida como una diosa, con portaligas y
ropa interior sumamente sexy se pone ha hacer un striptease y me
dice, hoy, querido cornudo, voy a darte algo muy pero muy especial.
Esto es para que aprendas que soy yo la que dice qué y cómo se hace,
y dicho esto se empezó a reír.
Le dice, vení, Pepe, quiero enseñarle a este cornudo, chupa pijas lo
que podes hacer con esta pijota que tenés, en ese momento ella ya
desnuda se pone en cuatro patas y me dice, vení, cornudo, chupame la
concha y especialmente el culo, calentame bien.
Así se lo fui mojando y ella parando la cola bien alto le dijo: Pepe
quiero que me cojas por el culo, mostrale a este amigo tuyo como me
desvirgas el orto ya que a él le gusta saber que no me desvirgó
nada. Y le dice así: te cuento algo, Pepe, sabes que este amigo tuyo
que me conoce desde los 14 años tuvo la oportunidad de desvirgarme
la concha y no lo hizo, me dejo que otro amigo de él lo hiciera y me
cogiera durante bastante tiempo y recién después empezó a salir
conmigo cuando ya estaba bien cogida y tenía la concha bien abierta
y dicho esto Pepe se la empezó a enterrar de tal manera que ella
gritaba y me decía, ves, cabrón, esto es coger.
Yo mientras tanto miraba como se la enterraba hasta que le lleno el
culo de leche y quedaron tendidos en la cama, luego de que se la
saco me puse a lamerle el culo a ella y me decía que se lo limpiara
bien que estaba lleno de la lechita del macho y que quiere que me la
tome toda.
Pasó una hora y dice que sigue caliente así que me ordena que le
chupe la poderosa pija que tiene y se la toco bien, luego Vivi
vuelve a coger con él.
Con Pepe hemos estado muchas veces con él y una amiguita intima que
tiene y le hemos hecho de todo a ella y también se la chupe delante
de ella. A los dos les gusta muchísimo que se la chupe ya que ven al
putito de amigo que tienen.
Una noche estábamos en una orgía espectacular los tres y ella de a
poco le fue diciendo que me la colocase así que me fueron poniendo
vaselina y esta amigo mío me la puso toda. Por fin la pija que coge
a mi mujer me estaba cogiendo a mí también (eso pensaba yo). Cuando
estamos cogiendo con mi mujer ella me dice que mi amigo la llama y
quiere hacer cosas con ella sola y ella no quiere ya que le gusta
mostrarme como me cornea y el le ha contado que me ha cogido
lógicamente yo se lo niego pues quiero que ella le pida que me coja
adelante de ella.
Me encantaría entregarme a él y que ella vea que además de cornudo
consciente y alegre también me gusta que me la meta su macho y no
solo el consolador que me pone Vivi.
Hace un par de meses que no estamos saliendo los tres pero mi mujer
en un viaje que tuvo que hacer y el avión tuvo que quedarse una
noche en una ciudad del interior por desperfectos se fue apuntando
un pendejo de 20 años que la estaba calentando mucho, llego la hora
de salir a cenar ya que el hotel no tenía donde y/o casualidad van a
parar en el mismo lugar una cantina amena con músicos y mucha
alegría.
Fabián, así se llama, se le acerco y comenzaron a charlar vino,
comida, música hicieron su efecto y terminaron los dos en el mismo
cuarto ella recibiendo pija y el concha. En el medio de esa cogida
yo la telefoneo y me atiende recibiendo pijazos y me dice que la
estaba pasando muy bien y que mañana me contaba, cuando corta no que
bien colgado el teléfono por lo tanto yo pude escuchar lo que sigue.
Fabián que bueno que estas como me coges, el que me llamo era el
cornudo de mi marido que no lo es más porque no puedo hacer más de
lo que hago pero cada vez que tengo una oportunidad llego a casa con
la concha llena de leche para que me la chupe.
El, así que le gusta que lo cornees y por qué no haces que escuche
como te la pongo mientras él está allí solito, justo en ese momento
tengo un ataque de tos y sienten por el teléfono y ella agarra el
tubo y me dice, cornudo estas allí, Sí, aquí estoy, Que bien así
sabes como voy a llegar mañana y quiero que me busques en el
aeropuerto por que quiero que lo conozcas a Fabián.
Después de eso puso el teléfono sobre la cama y me hacia escuchar
como se la metía hasta los huevos y la hacia acabar una y otra vez
hasta de repente me colgó el tubo.
A la mañana siguiente voy al aeropuerto a buscarla como me lo había
pedido y veo que salen abrazados y vienen hacia mí y me dice hola
querido te presento a Fabián desde anoche que estamos juntos y
quiero seguir un rato más ¿qué te parece si le pedís algo?
Yo le digo por favor cógela bien los llevo a un telo ahora mismo.
Después de unas horas salieron del hotel y lo llevamos hasta un
shopping ya que tenia que trabajar.
Cuando lo dejamos ella me comenzó a contar todo lo que habían hecho
y me dijo como te gusta que otros me cojan y esto me encanta ya que
sos un cornudo sumiso y esto sí que es bueno.
Quiero que lo llames y le digas que puede salir conmigo cuando
quiera. Yo puse un poco de reparos pero ella me dijo toda mimosa,
dale mi amor si no lo haces entonces va a ser peor por nunca más te
voy a dejar saber ni ver nada.
Me paso el celular marco el numero y yo le dije:
Hola habla Carlos quiero que sepas que te la podes coger cuando
quieras a Vivi porque ME ENCANTA QUE SE COJAN A MI MUJER.
Ya veníamos haciendo realidad nuestras fantasías desde hacía mucho
tiempo y ella siempre exigiéndome más y haciendo más y más cornudo y
también gozando de ciertas situaciones, pero le encantaba hacerme
pedir las cosas y ella tratarme como un cornudo.
La fui alentando a que se levantara un tipo en diferentes lugares
despacito se fue haciendo el bocho y un día en un boliche estábamos
tomando algo y le vi la expresión de excitación en sus ojos. Se
había calentado con un tipo corpulento, castaño, la miró y vino a la
mesa sin importar que yo estuviera saludó a los dos y le dijo si
quería bailar, ella me miró, me tiró un beso y se fue.
La veía bailando apretados y sensuales cada vez más lentos y más
apretados de repente le dio un beso en la boca y comenzó una franela
sin igual al rato vienen a la mesa se sientan así abrazados y me lo
presenta así Andrés, éste es mi marido Carlos que debe estar en este
momento con la pija dura de vernos de esta manera, y me toca, si no
te lo dije mira está al palo.
Bueno querido ya encontré lo que necesito así que salgamos los tres
y ya que Andy está sin coche nos llevas al primer telo que
encuentres y nos esperas en la cochera.
Salimos del boliche y me puse a manejar como chófer ellos atrás
besándose y tocándose de una manera fantástica.
Estuve 5 horas esperando cuando salieron ella estaba sin bombacha y
me dijo al entrar al auto que le tocara la concha, hervía, estaba
roja y llena de leche. Y me dice que realmente no se había
equivocado que el nuevo amigo era un pijudo bárbaro, larga y gruesa
y que era un semental. Lo alcanzamos a la casa ellos siempre atrás y
besándose y franeleando y cuando llegamos a la puerta de la casa me
dice: vení pasate para atrás así por lo menos ves lo que me comí.
Me siento y saca del pantalón una garcha que semi erecta media como
20 x 7 ella me agarra la cabeza y me dijo dale Willy dale un besito
a la pija que me hizo gozar, le di un beso, mejor dicho me la metí
en la boca y tenia todavía sabor a concha de mi hembra se la limpie
toda y luego se fue.
En el auto no me hablo se quedó sentada atrás y yo manejando como su
chófer ella con su concha abierta y tocándose el clítoris.
Cuando llegamos a casa ella me dijo, viste que pija, bueno cuando se
le para mide como 6 cm más y se pone más gruesa aun, vení, puto
cornudo, vení y ahora chupate todo lo que tengo en mi concha y en mi
culo.
Así comenzó ella a salir con Andy que la venia a buscar a casa y a
mí me dejaban esperando. Yo portándome bien siempre la esperaba
despierto para que ella me contase y él también. Ella no conforme
con esto un día estando en casa una amiga nuestra le dice, Sandra
tengo que contarte algo que no sabes y te va a gustar mucho, si Vivi
contame.
Carlos, me llama,
Si Vivi,
Vení, sentate aquí a mis pies, así lo hago y ella dice: Sandra este
que ves aquí es un marido especial y espectacular, me deja hacerlo
cornudo, le gusta y es más también le gusta chupar pijas.
Yo no podía creer lo que estaba contando ya que somos amigos y nunca
se dio nada entre nosotros, pero ella lo estaba haciendo.
Sandra, no lo puedo creer y me mira, así que resultaste ser un buen
cornudo consentido, que bien ya que me gusta saber que tengo una
amiga que si que la pasa bien y con permiso.
Después Vivi le comenzó a contar de todo sin poner ningún reparo,
como cogía como me hacia ver y como me hacia chuparle la pija y le
leche en su concha.
Un día mi mujer me dice que quería hacer un jueguito y darle una
sorpresa a Andy y me dice que me quiere vestir de mujer, yo me negué
y ella con vos autoritaria me dice: Mira, puto y cornudo, aquí quien
manda soy YO y vos vas hacer lo que yo digo ¿entendido?
Si mi amor voy hacer lo que ordenes, fue mi contestación.
Me depiló las piernas, culo, bolas y pija, también todos los pelos
del pecho, me baño bien, me hizo una enema, y comenzó a vestirme
medias, tanguita, pollerita, corpiño con algodón, blusa, zapatos de
taco mediano, peluca y finalmente maquillaje, y VOILA allí estaba yo
hecha una ella, divina perfumada y ella a partir de ese momento
comenzó a llamarme Marcela.
Llego Andy esa noche y le dijo te quiero presentar a una amiga nueva
se llama Marcela y me llamo cuando me vio dijo está divina ¿qué le
vamos a hacer a ella?. Será a partir de ahora, nuestra amiga,
sirvienta, amante y todo lo que quieras.
Vení, Marcela me dice Andy, me siento a su lado y el abrazando a
Vivi me da un beso en la boca que casi me deja sin respiración. Vivi
viendo esto se calienta y le empieza a sacar la pija que yo ya
conocía de habérsela chupado esa noche en el auto y cuando la tiene
afuera me agarra de la cabeza y me dice; Marcela esta pija que me
pertenece te va hacer muy feliz por que vas a comenzar a gozarla
como lo hago yo.
Dicho esto me pongo a chuparla y ellos se besan como novios, luego
me hacen ir al dormitorio y que me desnude cuando ellos llegan ya
están sin ropa y veo una pija de tamaño descomunal.
Estoy en la cama y ella me comienza a chupar el culo y a dilatarlo,
Yo no lo podía creer ella me iba a sodomizar delante suyo
finalmente. Minutos después él estaba apuntando con su enorme palo y
despacio me lo va enterrando.
Vivi miraba y se agachó para decirme, se siente bien no es cierto
bueno a partir de ahora tu culo va quedar en flor por que ya no sos
un macho sino una hembrita caliente, no es cierto. Yo asentí con la
cabeza y él me pregunta como me llamo y le digo MARCELA.
Las dos me saludan sonriendo y Susana la esposa de mi jefe me dice,
Bueno Carlitos creo que a partir de ahora nos vamos a entender bien.
¿Cómo debo llamarte? Vivi le contesta rápidamente se llama Marcela.
Aha! Marcela ahora que sabemos tu secretito te vas a portar muy bien
y muy solicita, comenzá y trae la cena que tenemos hambre.
Durante la cena el tema se llevo así: Carlos/Marcela éste sí que ha
sido un buen regalo de tu Vivi especialmente para mí ya que ahora
quiero que sepas que tu jefe en cualquier momento viene a culearse a
tu mujer y vos no solamente estarás de acuerdo sino que quiero que
se lo agradezcas.
Vivi: se ríe y le dice ésto me encanta ya que ahora por fin las
cosas se pondrán en orden y al día.
Traje el café y me dice Susana ven Marcela sentate aquí en la
alfombra a nuestros pies mientras nosotras tomamos el café. Cuando
me estoy acomodando me tropiezo y derramo una taza de café. Vivi se
levanta enfurecida y me da un cachetazo y me dice mira putita de
mierda y gran cornudo lo que has hecho ponte ya mismo en cuatro y
lame todo ese desparramo. Susana al tiempo se levanta y le dice
podemos además darle algún otro castigo.
Luego de limpiar todo me llevan las tres al cuarto y me dicen
desnúdate y ponte boca abajo en la cama ni bien lo hice recibo unos
chirlos en el culo cada vez más fuertes hasta que al aflojarme todo
siento algo en mi trasero cuando me quiero dar vuelta Silvina que
hasta ese momento estaba inactiva me dice: NI SE TE OCURRA DARTE
VUELTA y sin más me dice chúpame la concha que estoy recaliente.
Nunca en mi vida vi algo así un marido cornudo y marica a la vez
ésto sí que me esta gustando, mientras la chupaba en el culo me
estaban poniendo un pepino muy grande que me lo estaba rompiendo
todo.
La noche siguió y me hicieron de todo y ellas divirtiéndose y riendo
me llamaban cornudo, puto, come pijas etc., etc.
Al día siguiente, me llama mi jefe y me dice que tengo que ir a la
oficina ya que había que terminar algo.
Cuando llego él me mira con una sonrisa y me dice: Carlos, Susi me
contó algunas cosas ¿así que sos un buen cornudo? Sí señor.
Hace tiempo que tengo ganas de cogerla a Vivi y creo que ahora voy a
poder hacerlo ¿no es cierto? Sí señor y quiero. En eso entra Susana
y dice sigan en lo que estaban. Bueno como le decía, sí señor desde
ahora podrá coger a Vivi cuando quiera y quiero decirle que le
agradezco mucho que lo haga por favor así mi dueña goza como debe.
Susana me dice, MUY BIEN MARCELA, contame que tenés puesto ahora
debajo de ese pantalón, no mejor mostranos y me bajé los pantalones
y apareció mi bombacha de encajes.
Uy Uy Uy, que bien. Dice él.
Susana, ¿viste Antonio las cosas que te hago conocer? Bueno Susi
esto sí que no lo esperaba. Bueno Car, Marcela quedate aquí
terminando el trabajo y luego te vas.
Al promediar el día suena el teléfono y siento a Vivi, Marcela no
sabes cómo me está dando Antonio me esta haciendo pelota Ahhh qué
bueno y vos allí trabajando. ¿Cuando terminas? Ya en unos minutos.
Bueno Cornudo apúrate que no estoy con ganas de esperarte todo el
día.
Antonio desde lejos dice, Apúrate Cornudito así la ves a Vivi
Comiéndose una buena pija como se lo merece.
Cuando llego a casa una hora después la encuentro en la cama boca
abajo con el culo lleno de leche y Antonio vistiéndose y me dice:
Mira como quedo con el culo roto y lleno de mi leche podes ponerte a
limpiarla así sabes el gustito que tiene.
Mientras le lamía el culo él me dijo muy bien ahora me voy que lo
disfrutes.
Vivi estaba contenta y toda la tarde me hizo cariños, diciendo Marce
sos muy buena y me gusta que seas tan comprensiva conmigo así que
esta noche te voy hacer un regalo.
Llego la noche suena el timbre y voy a abrir la puerta. Hola papá,
Cómo estas muy bien Vivi me llamó para que viniera que esta con
ganas de que la coja y que a vos también.
Esa noche mi padre se la cogió y me cogió a mi hasta el amanecer.
El Domingo quedé de cama y muy feliz de verla a Vivi feliz.
Cuando el lunes llego a la oficina me llama Antonio y me dice, desde
ahora vas a ser mi secretaria, empieza por traerme un café. Sí señor.
Desde ese día también tuve un cambio en mi vida ya que Antonio
comenzó a cogerla muy activamente a Vivi y yo complaciéndolos,
Susana disfrutando también cogiendo con consoladores y entre las dos
llamándome cornudo y mostrándome a sus amigas.
Días más tarde Vivi hizo una reunión en casa con 10 amigas y les
dijo que a partir de ahora podrían llamarme cornudo y que me
llamaran Marcela ya que me hizo recibirlas en lo que ella me
convirtió.
Todas ellas lo festejaron mucho y algunas además le pidieron permiso
para contarlo a sus maridos cosa que Vivi les dijo que sí y me dijo
que les diga a todas en vos alta lo que me encanta.
Y sin esperar más dije: ME ENCANTA QUE SE COJAN A MI MUJER.
Saber que se la cogía mi padre me puso de la cabeza ya que estaba
todo el tiempo caliente y además cada día que llegaba a casa suponía
que allí había estado él cogiéndola.
Un día me quede en casa esperando a Vivi lógicamente vestido de
Marcela como ella me obligaba a hacerlo y resulta que a las dos
horas llega ella y me dice que viene mi padre a cenar y a dormir con
ella. Rápidamente me fui a cambiar pero Vivi me paró y me dijo.
Marcela quiero que lo recibas así a tu padre y yo le dije que no,
entonces ella se acerca y me dice: ACÁ SE HACE LO QUE YO DIGO y me
pegó una bofetada que me dio vuelta la cara. Sí, mi amor, lo que
digas, y me quedé así.
A la hora llega mi viejo y le abre Vivi y le dice Pedro tengo una
sorpresa para vos que no lo vas a creer, Sí que? MARCELA veni.
Al entrar mi padre me mira y me dice, mira con qué nos traemos, la
abraza y besa a Vivi en la boca y luego dice, ¿así que el cornudo de
mi hijo se deja hacer estas cosas? Sí y mucho más, sabes esta noche
vamos a pasarla muy bien por que vas a tenernos a nosotras dos,
mientras decía esto le abría el pantalón y le sacaba la pija afuera.
Cuando la tuvo afuera y comenzó a manoseársela me dice veni, Marce
acércate a Papá que necesita mimos.
Llegue a su lado y ella me agarra de la cabeza y me fue haciendo
arrodillar hasta que su pija quedo frente a mi cara y me dijo
chúpala, puto de mierda y cornudo. Abrí la boca y me puse a mamarla
hasta que estuvo bien parada.
Mi padre mientras tanto le decía, no puedo creerlo esto es una
maravilla, es fantástico lo que lograste con mi hijo.
Esa noche mientras él la cogía yo le chupaba la concha desde abajo y
los huevos a él y cuando estaba por acabar la saco de ella y me la
puso en la boca y me dice traga toda la leche que quiero verte muy
putita.
Después de esto me levanté y nos fuimos a la mesa a cenar yo servía
la comida y me siento a cenar con ellos y el diálogo se llevaba de
esta manera.
Decime Vivi desde cuándo es que Carlos esta así.
Mira, Pedro, el puto de tu hijo desde chico ha tenido relaciones con
hombres y fue tan imbécil que hace unos años no pudo más y me lo
contó, así que desde ese momento comenzamos a vivir de otra manera y
bueno ya hace un tiempo que en casa es Marcela.
Decime Marcela, estás contenta así ahora.
Bueno Papa, la cosa es que realmente Vivi es quien dice aquí qué es
lo que tengo que hacer y cómo y ella decide con quién coge, cuando,
y si que es lo que debo hacer. Yo estoy contenta de verla gozar y
también que me haga gozar a mi.
Bueno, Bueno, creo que esta noche la vamos a pasar muy bien.
Eso espero Pedro, ya que Marcela esta lista para que hagamos lo que
queramos con ella.
Vivi se levantó y fue al dormitorio y al volver estaba desnuda con
el consolador puesto y me dice, ponete en cuatro ya.
Así me fue penetrando delante de mi padre y él se tomo la pija y
comenzó a masturbarse. Cuando la tuvo bien dura se levantó y vino
donde estábamos nosotros, Vivi me sacó el consolador del culo y lo
reemplazó por la pija de mi padre, mete y saca, hasta que me llenó
con su leche.
Ay que noche. Hoy si que creo voy a quedar seco, me van a sacar todo
lo que tengo.
Vivi le da un beso en la boca mientras él la manosea toda metiéndole
casi toda la mano en la concha haciéndole una paja descomunal y ella
acaba gritando si quiero MAAAASSS.
La noche continuó cuando fuimos al dormitorio y Vivi me dice, quiero
que duermas en el cuarto de visita ya que hoy quiero estar solita
con tu papito y mañana cuando traes el desayuno me limpias toda con
tu lengua.
Son las 8:00 llevo el desayuno al dormitorio y mientras ellos toman
la leche yo le chupo bien la concha a ella sacando todo lo que había
quedado allí, luego se da vuelta y me dice límpiame el culo que lo
tengo lleno de leche también.
Mi padre se rió y me dice esto sí que es servicio completo. Marcela,
quiero que me la chupes a mí también antes de irte al trabajo.
Ese día estuve muy caliento durante toda la jornada ya que los dejé
en casa solos. Al llegar a media tarde me encuentro con una nota que
decía:
Marce, prepara la cena para 4 personas que vienen dos amigas del
trabajo a cenar.
Preparé todo como a ella le gusta.
Hola amor, mira te traje un regalito. Miro y me había comprado ropa
interior nueva una pollerita y un top.
Rápidamente me lo probé y me quedaba espectacular.
Bueno Marce, esta es una noche muy especial.
¿Si, por qué?
Bueno mira, en un rato vienen unas amigas la cual una seguro que
sabes quién es, pero la vas a ver cuando llegue.
Suena el timbre, Vivi corre a abrir. Hola chicas, ¿cómo están? Muy
bien y muy curiosas con lo que nos querés mostrar. Bueno, en
realidad les quiero presentar a alguien que vos conocés pero no así
Susana, y me llama.
Cuando entro en la sala no lo podía creer me estaba mostrando y
humillando delante de la mujer de mi jefe y otra amiga la cual se
presente como Angélica.
Bien, bien, bien, ahora veo por qué fue cambiando durante los
últimos años este muchacho.
Sí y te cuento más sabes lo que más le gusta es que se LA COJAN A SU
MUJER.
Las dos me saludan sonriendo y Susana la esposa de mi jefe me dice,
Bueno Carlitos creo que a partir de ahora nos vamos a entender bien.
¿Cómo debo llamarte? Vivi le contesta rápidamente se llama Marcela.
Ah! Marcela ahora que sabemos tu secretito te vas a portar muy bien
y muy solicita, comenzá y trae la cena que tenemos hambre.
Durante la cena el tema se llevo así: Carlos/Marcela éste sí que ha
sido un buen regalo de tu Vivi especialmente para mí ya que ahora
quiero que sepas que tu jefe en cualquier momento viene a culearse a
tu mujer y vos no solamente estarás de acuerdo sino que quiero que
se lo agradezcas.
Vivi: se ríe y le dice ésto me encanta ya que ahora por fin las
cosas se pondrán en orden y al día.
Traje el café y me dice Susana ven Marcela sentate aquí en la
alfombra a nuestros pies mientras nosotras tomamos el café. Cuando
me estoy acomodando me tropiezo y derramo una taza de café. Vivi se
levanta enfurecida y me da un cachetazo y me dice mira putita de
mierda y gran cornudo lo que has hecho ponte ya mismo en cuatro y
lame todo ese desparramo. Susana al tiempo se levanta y le dice
podemos además darle algún otro castigo.
Luego de limpiar todo me llevan las tres al cuarto y me dicen
desnúdate y ponte boca abajo en la cama ni bien lo hice recibo unos
chirlos en el culo cada vez más fuertes hasta que al aflojarme todo
siento algo en mi trasero cuando me quiero dar vuelta Silvina que
hasta ese momento estaba inactiva me dice: NI SE TE OCURRA DARTE
VUELTA y sin más me dice chúpame la concha que estoy recaliente.
Nunca en mi vida vi algo así un marido cornudo y marica a la vez
ésto sí que me esta gustando, mientras la chupaba en el culo me
estaban poniendo un pepino muy grande que me lo estaba rompiendo
todo.
La noche siguió y me hicieron de todo y ellas divirtiéndose y riendo
me llamaban cornudo, puto, come pijas etc., etc.
Carlos
PD: me gustaría recibir relatos de quienes viven situaciones
similares donde les gusta ver a sus mujeres con otros y sentirse muy
cornudos y contentos.
misma mujer, ella se llama Viviana y yo Carlos.
Vivi tiene un cuerpo espectacular un culo que todos se dan vuelta
para mirarlo y además le gusta mostrar, sus tetas paradas y duras de
un tamaño importante la hacen muy deseable para cualquiera.
Desde joven he tenido relaciones bisexuales, con algún vecino y/o
amigo, dichas relaciones tuvieron un corte a mis 18 años y por
muchísimo tiempo no tuve más contactos sexuales con hombres. Esta
parte de mi vida se las había ocultado durante un montón de años a
mi mujer.
Resulta que un día en unas vacaciones yo solo aquí me fui encontrar
con un amigo Luis que también mi mujer conocía y muy bien por que
hacia tiempo lo invitamos a una fiesta de otro amigo ya que estaba
solo y como era una fiesta de disfraces cada uno estaba vestido de
una manera espectacular, yo de smoking y una careta de gorila, mi
mujer vestida bien de los años 30, para eso se puso un vestidito muy
cortito de seda y lleno de flecos apenas le tapaba la cola, abajo
una tanguita bien puta y nuestro amigo en común vestido de las mil y
una noches.
Yo en un momento dado bastante bebido los vi bailando muy
apretaditos y él le metía la mano en la cola, luego los perdí de
vista, como pude me puse a buscarlos cuando siento en el cuarto de
servicio de la casa unos gemidos que conocía, despacio fui entrando
y la veo a ella apoyada contra el lavabo y Luis penetrándola desde
atrás. Ella le pedía más y más y le decía que tenía una pija
espectacular que le gustaba mucho y que quería que la partiese en
dos, ella no me vio pero mi amigo en un momento me mira y me sonríe.
Cuando veo que acaban yo me voy y al ratito ella viene a mi lado
toda mimosa y me dice si no quería cojerla en el baño, fuimos allí
me puse a chuparle la concha que estaba llena d leche de mi amigo y
luego la coji, le dije que estaba empapada y ella me dijo que se
había calentado mucho y nunca más hablamos del tema.
Bueno volviendo a la cosa fui a ver a Luis, nos pusimos tomar algo y
a ver una película porno, con las pijas paradas nos pusimos a
pajearnos de repente como quien no quiere la cosa él me tomo la mano
y se la llevo a su pija. La agarre como hacía mucho tiempo no tomaba
una y sin más comencé a pajearlo y de repente me puse a mamarla y al
rato me estaba comiendo una pija impresionante.
Mientras me penetraba me hacia recordar la fiesta, y me decía así:
- ¿Te gusto aquel día que me la coji a Vivi?
- Si, me encanto.
- Siempre te gusto ser cornudo, ¿no?
- No lo se, lo que si sé es que me éxito mucho verla cogiendo y
gozando con tu pija.
- Sí, gozaba como lo haces ahora vos, yo sabía que en algún momento
esto iba a ocurrir, gozarla a Vivi y a Vos.
Días mas tarde de este episodio me junto con mi mujer y le cuento lo
sucedido ella comenzó a llorar y me dijo de todo y le conté que ya
había tenido relaciones antes y que no se que me impulso nuevamente
a querer gozar de esta manera.
De a poco ella se fue acostumbrando a lo que le había contado y
mientras hacíamos el amor me tocaba el culo y despacio comenzó a
insitarme a que compre un consolador, cosa que hice.
A partir de ese momento mi vida cambio, ella me empezó a coger una y
otra vez en cada relación que manteníamos ella me cogía con más
ganas. Había días donde ella no me dejaba penetrarla y me decía que
ella era el macho y que yo era una putita.
Paso el tiempo y un día otro matrimonio amigo el cual frecuentábamos
mucho él me dijo directamente que estaba caliente con mi mujer y que
proponía que hiciéramos un intercambio. Yo me quede duro pensando y
cuando volví a casa le conté a Vivi lo ocurrido y me dijo así:
Mira Carlos vos te diste unos cuantos gustos y yo también quiero
dármelos así que anda y decile a Pepe que tu mujer tiene muchas
ganas que se la coja, además vas y le decís que a vos también te
gusta que me cojan.
Cosa que hice y realmente mi mujer fue garchada una y otra vez, yo
también cogía a su mujer pero el se ganó el premio ya que mi hembra
salía con el cuándo él quería y luego yo me chupaba sin saber su
leche ya que ninguno de los dos me decía nada.
Pero eso sí yo la veía a mi mujer contenta y me decía
- "Ay mi querido cornudo, no sabes como me gozar tu amigo, esa pija
es tan o más grandota que la de Luis"
Y en ese momento me dice:
- La tiene grande Luis no?
Le digo:
- Sí, cómo sabes.
Y ella me dice:
- Bueno te cuento que me lo cogí en la fiesta aquella, te acordas
cuando fuimos al baño y me dijiste que mojada que estaba bueno eso
era la leche de Luis. Así que ahora sabes que te puse los cuernos
con el que te cogió a vos también.
Un día mi mujer me dice por que no la cogíamos juntos allí comenzó
otra etapa ya que estábamos los dos con ella yo le chupaba la concha
mientras el se la cogía desde atrás y de paso le pasaba la lengua
por la pija, ese día no me dejo cogerla solo me decía :
- Mira papito como me coge Pepe, te gusta verla a tu mujercita con
otra pija adentro? Si se que te encanta y vas a tener mucho más te
lo prometo.
La siguiente vez que estuvimos los cuatro me insinuó a chuparle la
poronga de Pepe adelante de la esposa cosa que nunca tampoco ella me
había visto hacer las damas estaban complacidas con lo que veían y
mi amigo más que satisfecho ya que tenia a su mujer, la mía, y al
chupa pija de su amigo todos para satisfacerlo a el.
Un día se corto esto y siempre quede con las ganas de que me cogiera
adelante de mi hembra así ella podía ver al putito de su marido.
Pasaron algunos años 3 y de nuevo comenzamos a salir con este amigo
y se la volvió a coger, fuimos a varios telos juntos y me muestran
como cogen como se la mete, como ella le chupa la pija y como cada
día se pone más puta.
Una de esas salidas ella vestida como una diosa, con portaligas y
ropa interior sumamente sexy se pone ha hacer un striptease y me
dice, hoy, querido cornudo, voy a darte algo muy pero muy especial.
Esto es para que aprendas que soy yo la que dice qué y cómo se hace,
y dicho esto se empezó a reír.
Le dice, vení, Pepe, quiero enseñarle a este cornudo, chupa pijas lo
que podes hacer con esta pijota que tenés, en ese momento ella ya
desnuda se pone en cuatro patas y me dice, vení, cornudo, chupame la
concha y especialmente el culo, calentame bien.
Así se lo fui mojando y ella parando la cola bien alto le dijo: Pepe
quiero que me cojas por el culo, mostrale a este amigo tuyo como me
desvirgas el orto ya que a él le gusta saber que no me desvirgó
nada. Y le dice así: te cuento algo, Pepe, sabes que este amigo tuyo
que me conoce desde los 14 años tuvo la oportunidad de desvirgarme
la concha y no lo hizo, me dejo que otro amigo de él lo hiciera y me
cogiera durante bastante tiempo y recién después empezó a salir
conmigo cuando ya estaba bien cogida y tenía la concha bien abierta
y dicho esto Pepe se la empezó a enterrar de tal manera que ella
gritaba y me decía, ves, cabrón, esto es coger.
Yo mientras tanto miraba como se la enterraba hasta que le lleno el
culo de leche y quedaron tendidos en la cama, luego de que se la
saco me puse a lamerle el culo a ella y me decía que se lo limpiara
bien que estaba lleno de la lechita del macho y que quiere que me la
tome toda.
Pasó una hora y dice que sigue caliente así que me ordena que le
chupe la poderosa pija que tiene y se la toco bien, luego Vivi
vuelve a coger con él.
Con Pepe hemos estado muchas veces con él y una amiguita intima que
tiene y le hemos hecho de todo a ella y también se la chupe delante
de ella. A los dos les gusta muchísimo que se la chupe ya que ven al
putito de amigo que tienen.
Una noche estábamos en una orgía espectacular los tres y ella de a
poco le fue diciendo que me la colocase así que me fueron poniendo
vaselina y esta amigo mío me la puso toda. Por fin la pija que coge
a mi mujer me estaba cogiendo a mí también (eso pensaba yo). Cuando
estamos cogiendo con mi mujer ella me dice que mi amigo la llama y
quiere hacer cosas con ella sola y ella no quiere ya que le gusta
mostrarme como me cornea y el le ha contado que me ha cogido
lógicamente yo se lo niego pues quiero que ella le pida que me coja
adelante de ella.
Me encantaría entregarme a él y que ella vea que además de cornudo
consciente y alegre también me gusta que me la meta su macho y no
solo el consolador que me pone Vivi.
Hace un par de meses que no estamos saliendo los tres pero mi mujer
en un viaje que tuvo que hacer y el avión tuvo que quedarse una
noche en una ciudad del interior por desperfectos se fue apuntando
un pendejo de 20 años que la estaba calentando mucho, llego la hora
de salir a cenar ya que el hotel no tenía donde y/o casualidad van a
parar en el mismo lugar una cantina amena con músicos y mucha
alegría.
Fabián, así se llama, se le acerco y comenzaron a charlar vino,
comida, música hicieron su efecto y terminaron los dos en el mismo
cuarto ella recibiendo pija y el concha. En el medio de esa cogida
yo la telefoneo y me atiende recibiendo pijazos y me dice que la
estaba pasando muy bien y que mañana me contaba, cuando corta no que
bien colgado el teléfono por lo tanto yo pude escuchar lo que sigue.
Fabián que bueno que estas como me coges, el que me llamo era el
cornudo de mi marido que no lo es más porque no puedo hacer más de
lo que hago pero cada vez que tengo una oportunidad llego a casa con
la concha llena de leche para que me la chupe.
El, así que le gusta que lo cornees y por qué no haces que escuche
como te la pongo mientras él está allí solito, justo en ese momento
tengo un ataque de tos y sienten por el teléfono y ella agarra el
tubo y me dice, cornudo estas allí, Sí, aquí estoy, Que bien así
sabes como voy a llegar mañana y quiero que me busques en el
aeropuerto por que quiero que lo conozcas a Fabián.
Después de eso puso el teléfono sobre la cama y me hacia escuchar
como se la metía hasta los huevos y la hacia acabar una y otra vez
hasta de repente me colgó el tubo.
A la mañana siguiente voy al aeropuerto a buscarla como me lo había
pedido y veo que salen abrazados y vienen hacia mí y me dice hola
querido te presento a Fabián desde anoche que estamos juntos y
quiero seguir un rato más ¿qué te parece si le pedís algo?
Yo le digo por favor cógela bien los llevo a un telo ahora mismo.
Después de unas horas salieron del hotel y lo llevamos hasta un
shopping ya que tenia que trabajar.
Cuando lo dejamos ella me comenzó a contar todo lo que habían hecho
y me dijo como te gusta que otros me cojan y esto me encanta ya que
sos un cornudo sumiso y esto sí que es bueno.
Quiero que lo llames y le digas que puede salir conmigo cuando
quiera. Yo puse un poco de reparos pero ella me dijo toda mimosa,
dale mi amor si no lo haces entonces va a ser peor por nunca más te
voy a dejar saber ni ver nada.
Me paso el celular marco el numero y yo le dije:
Hola habla Carlos quiero que sepas que te la podes coger cuando
quieras a Vivi porque ME ENCANTA QUE SE COJAN A MI MUJER.
Ya veníamos haciendo realidad nuestras fantasías desde hacía mucho
tiempo y ella siempre exigiéndome más y haciendo más y más cornudo y
también gozando de ciertas situaciones, pero le encantaba hacerme
pedir las cosas y ella tratarme como un cornudo.
La fui alentando a que se levantara un tipo en diferentes lugares
despacito se fue haciendo el bocho y un día en un boliche estábamos
tomando algo y le vi la expresión de excitación en sus ojos. Se
había calentado con un tipo corpulento, castaño, la miró y vino a la
mesa sin importar que yo estuviera saludó a los dos y le dijo si
quería bailar, ella me miró, me tiró un beso y se fue.
La veía bailando apretados y sensuales cada vez más lentos y más
apretados de repente le dio un beso en la boca y comenzó una franela
sin igual al rato vienen a la mesa se sientan así abrazados y me lo
presenta así Andrés, éste es mi marido Carlos que debe estar en este
momento con la pija dura de vernos de esta manera, y me toca, si no
te lo dije mira está al palo.
Bueno querido ya encontré lo que necesito así que salgamos los tres
y ya que Andy está sin coche nos llevas al primer telo que
encuentres y nos esperas en la cochera.
Salimos del boliche y me puse a manejar como chófer ellos atrás
besándose y tocándose de una manera fantástica.
Estuve 5 horas esperando cuando salieron ella estaba sin bombacha y
me dijo al entrar al auto que le tocara la concha, hervía, estaba
roja y llena de leche. Y me dice que realmente no se había
equivocado que el nuevo amigo era un pijudo bárbaro, larga y gruesa
y que era un semental. Lo alcanzamos a la casa ellos siempre atrás y
besándose y franeleando y cuando llegamos a la puerta de la casa me
dice: vení pasate para atrás así por lo menos ves lo que me comí.
Me siento y saca del pantalón una garcha que semi erecta media como
20 x 7 ella me agarra la cabeza y me dijo dale Willy dale un besito
a la pija que me hizo gozar, le di un beso, mejor dicho me la metí
en la boca y tenia todavía sabor a concha de mi hembra se la limpie
toda y luego se fue.
En el auto no me hablo se quedó sentada atrás y yo manejando como su
chófer ella con su concha abierta y tocándose el clítoris.
Cuando llegamos a casa ella me dijo, viste que pija, bueno cuando se
le para mide como 6 cm más y se pone más gruesa aun, vení, puto
cornudo, vení y ahora chupate todo lo que tengo en mi concha y en mi
culo.
Así comenzó ella a salir con Andy que la venia a buscar a casa y a
mí me dejaban esperando. Yo portándome bien siempre la esperaba
despierto para que ella me contase y él también. Ella no conforme
con esto un día estando en casa una amiga nuestra le dice, Sandra
tengo que contarte algo que no sabes y te va a gustar mucho, si Vivi
contame.
Carlos, me llama,
Si Vivi,
Vení, sentate aquí a mis pies, así lo hago y ella dice: Sandra este
que ves aquí es un marido especial y espectacular, me deja hacerlo
cornudo, le gusta y es más también le gusta chupar pijas.
Yo no podía creer lo que estaba contando ya que somos amigos y nunca
se dio nada entre nosotros, pero ella lo estaba haciendo.
Sandra, no lo puedo creer y me mira, así que resultaste ser un buen
cornudo consentido, que bien ya que me gusta saber que tengo una
amiga que si que la pasa bien y con permiso.
Después Vivi le comenzó a contar de todo sin poner ningún reparo,
como cogía como me hacia ver y como me hacia chuparle la pija y le
leche en su concha.
Un día mi mujer me dice que quería hacer un jueguito y darle una
sorpresa a Andy y me dice que me quiere vestir de mujer, yo me negué
y ella con vos autoritaria me dice: Mira, puto y cornudo, aquí quien
manda soy YO y vos vas hacer lo que yo digo ¿entendido?
Si mi amor voy hacer lo que ordenes, fue mi contestación.
Me depiló las piernas, culo, bolas y pija, también todos los pelos
del pecho, me baño bien, me hizo una enema, y comenzó a vestirme
medias, tanguita, pollerita, corpiño con algodón, blusa, zapatos de
taco mediano, peluca y finalmente maquillaje, y VOILA allí estaba yo
hecha una ella, divina perfumada y ella a partir de ese momento
comenzó a llamarme Marcela.
Llego Andy esa noche y le dijo te quiero presentar a una amiga nueva
se llama Marcela y me llamo cuando me vio dijo está divina ¿qué le
vamos a hacer a ella?. Será a partir de ahora, nuestra amiga,
sirvienta, amante y todo lo que quieras.
Vení, Marcela me dice Andy, me siento a su lado y el abrazando a
Vivi me da un beso en la boca que casi me deja sin respiración. Vivi
viendo esto se calienta y le empieza a sacar la pija que yo ya
conocía de habérsela chupado esa noche en el auto y cuando la tiene
afuera me agarra de la cabeza y me dice; Marcela esta pija que me
pertenece te va hacer muy feliz por que vas a comenzar a gozarla
como lo hago yo.
Dicho esto me pongo a chuparla y ellos se besan como novios, luego
me hacen ir al dormitorio y que me desnude cuando ellos llegan ya
están sin ropa y veo una pija de tamaño descomunal.
Estoy en la cama y ella me comienza a chupar el culo y a dilatarlo,
Yo no lo podía creer ella me iba a sodomizar delante suyo
finalmente. Minutos después él estaba apuntando con su enorme palo y
despacio me lo va enterrando.
Vivi miraba y se agachó para decirme, se siente bien no es cierto
bueno a partir de ahora tu culo va quedar en flor por que ya no sos
un macho sino una hembrita caliente, no es cierto. Yo asentí con la
cabeza y él me pregunta como me llamo y le digo MARCELA.
Las dos me saludan sonriendo y Susana la esposa de mi jefe me dice,
Bueno Carlitos creo que a partir de ahora nos vamos a entender bien.
¿Cómo debo llamarte? Vivi le contesta rápidamente se llama Marcela.
Aha! Marcela ahora que sabemos tu secretito te vas a portar muy bien
y muy solicita, comenzá y trae la cena que tenemos hambre.
Durante la cena el tema se llevo así: Carlos/Marcela éste sí que ha
sido un buen regalo de tu Vivi especialmente para mí ya que ahora
quiero que sepas que tu jefe en cualquier momento viene a culearse a
tu mujer y vos no solamente estarás de acuerdo sino que quiero que
se lo agradezcas.
Vivi: se ríe y le dice ésto me encanta ya que ahora por fin las
cosas se pondrán en orden y al día.
Traje el café y me dice Susana ven Marcela sentate aquí en la
alfombra a nuestros pies mientras nosotras tomamos el café. Cuando
me estoy acomodando me tropiezo y derramo una taza de café. Vivi se
levanta enfurecida y me da un cachetazo y me dice mira putita de
mierda y gran cornudo lo que has hecho ponte ya mismo en cuatro y
lame todo ese desparramo. Susana al tiempo se levanta y le dice
podemos además darle algún otro castigo.
Luego de limpiar todo me llevan las tres al cuarto y me dicen
desnúdate y ponte boca abajo en la cama ni bien lo hice recibo unos
chirlos en el culo cada vez más fuertes hasta que al aflojarme todo
siento algo en mi trasero cuando me quiero dar vuelta Silvina que
hasta ese momento estaba inactiva me dice: NI SE TE OCURRA DARTE
VUELTA y sin más me dice chúpame la concha que estoy recaliente.
Nunca en mi vida vi algo así un marido cornudo y marica a la vez
ésto sí que me esta gustando, mientras la chupaba en el culo me
estaban poniendo un pepino muy grande que me lo estaba rompiendo
todo.
La noche siguió y me hicieron de todo y ellas divirtiéndose y riendo
me llamaban cornudo, puto, come pijas etc., etc.
Al día siguiente, me llama mi jefe y me dice que tengo que ir a la
oficina ya que había que terminar algo.
Cuando llego él me mira con una sonrisa y me dice: Carlos, Susi me
contó algunas cosas ¿así que sos un buen cornudo? Sí señor.
Hace tiempo que tengo ganas de cogerla a Vivi y creo que ahora voy a
poder hacerlo ¿no es cierto? Sí señor y quiero. En eso entra Susana
y dice sigan en lo que estaban. Bueno como le decía, sí señor desde
ahora podrá coger a Vivi cuando quiera y quiero decirle que le
agradezco mucho que lo haga por favor así mi dueña goza como debe.
Susana me dice, MUY BIEN MARCELA, contame que tenés puesto ahora
debajo de ese pantalón, no mejor mostranos y me bajé los pantalones
y apareció mi bombacha de encajes.
Uy Uy Uy, que bien. Dice él.
Susana, ¿viste Antonio las cosas que te hago conocer? Bueno Susi
esto sí que no lo esperaba. Bueno Car, Marcela quedate aquí
terminando el trabajo y luego te vas.
Al promediar el día suena el teléfono y siento a Vivi, Marcela no
sabes cómo me está dando Antonio me esta haciendo pelota Ahhh qué
bueno y vos allí trabajando. ¿Cuando terminas? Ya en unos minutos.
Bueno Cornudo apúrate que no estoy con ganas de esperarte todo el
día.
Antonio desde lejos dice, Apúrate Cornudito así la ves a Vivi
Comiéndose una buena pija como se lo merece.
Cuando llego a casa una hora después la encuentro en la cama boca
abajo con el culo lleno de leche y Antonio vistiéndose y me dice:
Mira como quedo con el culo roto y lleno de mi leche podes ponerte a
limpiarla así sabes el gustito que tiene.
Mientras le lamía el culo él me dijo muy bien ahora me voy que lo
disfrutes.
Vivi estaba contenta y toda la tarde me hizo cariños, diciendo Marce
sos muy buena y me gusta que seas tan comprensiva conmigo así que
esta noche te voy hacer un regalo.
Llego la noche suena el timbre y voy a abrir la puerta. Hola papá,
Cómo estas muy bien Vivi me llamó para que viniera que esta con
ganas de que la coja y que a vos también.
Esa noche mi padre se la cogió y me cogió a mi hasta el amanecer.
El Domingo quedé de cama y muy feliz de verla a Vivi feliz.
Cuando el lunes llego a la oficina me llama Antonio y me dice, desde
ahora vas a ser mi secretaria, empieza por traerme un café. Sí señor.
Desde ese día también tuve un cambio en mi vida ya que Antonio
comenzó a cogerla muy activamente a Vivi y yo complaciéndolos,
Susana disfrutando también cogiendo con consoladores y entre las dos
llamándome cornudo y mostrándome a sus amigas.
Días más tarde Vivi hizo una reunión en casa con 10 amigas y les
dijo que a partir de ahora podrían llamarme cornudo y que me
llamaran Marcela ya que me hizo recibirlas en lo que ella me
convirtió.
Todas ellas lo festejaron mucho y algunas además le pidieron permiso
para contarlo a sus maridos cosa que Vivi les dijo que sí y me dijo
que les diga a todas en vos alta lo que me encanta.
Y sin esperar más dije: ME ENCANTA QUE SE COJAN A MI MUJER.
Saber que se la cogía mi padre me puso de la cabeza ya que estaba
todo el tiempo caliente y además cada día que llegaba a casa suponía
que allí había estado él cogiéndola.
Un día me quede en casa esperando a Vivi lógicamente vestido de
Marcela como ella me obligaba a hacerlo y resulta que a las dos
horas llega ella y me dice que viene mi padre a cenar y a dormir con
ella. Rápidamente me fui a cambiar pero Vivi me paró y me dijo.
Marcela quiero que lo recibas así a tu padre y yo le dije que no,
entonces ella se acerca y me dice: ACÁ SE HACE LO QUE YO DIGO y me
pegó una bofetada que me dio vuelta la cara. Sí, mi amor, lo que
digas, y me quedé así.
A la hora llega mi viejo y le abre Vivi y le dice Pedro tengo una
sorpresa para vos que no lo vas a creer, Sí que? MARCELA veni.
Al entrar mi padre me mira y me dice, mira con qué nos traemos, la
abraza y besa a Vivi en la boca y luego dice, ¿así que el cornudo de
mi hijo se deja hacer estas cosas? Sí y mucho más, sabes esta noche
vamos a pasarla muy bien por que vas a tenernos a nosotras dos,
mientras decía esto le abría el pantalón y le sacaba la pija afuera.
Cuando la tuvo afuera y comenzó a manoseársela me dice veni, Marce
acércate a Papá que necesita mimos.
Llegue a su lado y ella me agarra de la cabeza y me fue haciendo
arrodillar hasta que su pija quedo frente a mi cara y me dijo
chúpala, puto de mierda y cornudo. Abrí la boca y me puse a mamarla
hasta que estuvo bien parada.
Mi padre mientras tanto le decía, no puedo creerlo esto es una
maravilla, es fantástico lo que lograste con mi hijo.
Esa noche mientras él la cogía yo le chupaba la concha desde abajo y
los huevos a él y cuando estaba por acabar la saco de ella y me la
puso en la boca y me dice traga toda la leche que quiero verte muy
putita.
Después de esto me levanté y nos fuimos a la mesa a cenar yo servía
la comida y me siento a cenar con ellos y el diálogo se llevaba de
esta manera.
Decime Vivi desde cuándo es que Carlos esta así.
Mira, Pedro, el puto de tu hijo desde chico ha tenido relaciones con
hombres y fue tan imbécil que hace unos años no pudo más y me lo
contó, así que desde ese momento comenzamos a vivir de otra manera y
bueno ya hace un tiempo que en casa es Marcela.
Decime Marcela, estás contenta así ahora.
Bueno Papa, la cosa es que realmente Vivi es quien dice aquí qué es
lo que tengo que hacer y cómo y ella decide con quién coge, cuando,
y si que es lo que debo hacer. Yo estoy contenta de verla gozar y
también que me haga gozar a mi.
Bueno, Bueno, creo que esta noche la vamos a pasar muy bien.
Eso espero Pedro, ya que Marcela esta lista para que hagamos lo que
queramos con ella.
Vivi se levantó y fue al dormitorio y al volver estaba desnuda con
el consolador puesto y me dice, ponete en cuatro ya.
Así me fue penetrando delante de mi padre y él se tomo la pija y
comenzó a masturbarse. Cuando la tuvo bien dura se levantó y vino
donde estábamos nosotros, Vivi me sacó el consolador del culo y lo
reemplazó por la pija de mi padre, mete y saca, hasta que me llenó
con su leche.
Ay que noche. Hoy si que creo voy a quedar seco, me van a sacar todo
lo que tengo.
Vivi le da un beso en la boca mientras él la manosea toda metiéndole
casi toda la mano en la concha haciéndole una paja descomunal y ella
acaba gritando si quiero MAAAASSS.
La noche continuó cuando fuimos al dormitorio y Vivi me dice, quiero
que duermas en el cuarto de visita ya que hoy quiero estar solita
con tu papito y mañana cuando traes el desayuno me limpias toda con
tu lengua.
Son las 8:00 llevo el desayuno al dormitorio y mientras ellos toman
la leche yo le chupo bien la concha a ella sacando todo lo que había
quedado allí, luego se da vuelta y me dice límpiame el culo que lo
tengo lleno de leche también.
Mi padre se rió y me dice esto sí que es servicio completo. Marcela,
quiero que me la chupes a mí también antes de irte al trabajo.
Ese día estuve muy caliento durante toda la jornada ya que los dejé
en casa solos. Al llegar a media tarde me encuentro con una nota que
decía:
Marce, prepara la cena para 4 personas que vienen dos amigas del
trabajo a cenar.
Preparé todo como a ella le gusta.
Hola amor, mira te traje un regalito. Miro y me había comprado ropa
interior nueva una pollerita y un top.
Rápidamente me lo probé y me quedaba espectacular.
Bueno Marce, esta es una noche muy especial.
¿Si, por qué?
Bueno mira, en un rato vienen unas amigas la cual una seguro que
sabes quién es, pero la vas a ver cuando llegue.
Suena el timbre, Vivi corre a abrir. Hola chicas, ¿cómo están? Muy
bien y muy curiosas con lo que nos querés mostrar. Bueno, en
realidad les quiero presentar a alguien que vos conocés pero no así
Susana, y me llama.
Cuando entro en la sala no lo podía creer me estaba mostrando y
humillando delante de la mujer de mi jefe y otra amiga la cual se
presente como Angélica.
Bien, bien, bien, ahora veo por qué fue cambiando durante los
últimos años este muchacho.
Sí y te cuento más sabes lo que más le gusta es que se LA COJAN A SU
MUJER.
Las dos me saludan sonriendo y Susana la esposa de mi jefe me dice,
Bueno Carlitos creo que a partir de ahora nos vamos a entender bien.
¿Cómo debo llamarte? Vivi le contesta rápidamente se llama Marcela.
Ah! Marcela ahora que sabemos tu secretito te vas a portar muy bien
y muy solicita, comenzá y trae la cena que tenemos hambre.
Durante la cena el tema se llevo así: Carlos/Marcela éste sí que ha
sido un buen regalo de tu Vivi especialmente para mí ya que ahora
quiero que sepas que tu jefe en cualquier momento viene a culearse a
tu mujer y vos no solamente estarás de acuerdo sino que quiero que
se lo agradezcas.
Vivi: se ríe y le dice ésto me encanta ya que ahora por fin las
cosas se pondrán en orden y al día.
Traje el café y me dice Susana ven Marcela sentate aquí en la
alfombra a nuestros pies mientras nosotras tomamos el café. Cuando
me estoy acomodando me tropiezo y derramo una taza de café. Vivi se
levanta enfurecida y me da un cachetazo y me dice mira putita de
mierda y gran cornudo lo que has hecho ponte ya mismo en cuatro y
lame todo ese desparramo. Susana al tiempo se levanta y le dice
podemos además darle algún otro castigo.
Luego de limpiar todo me llevan las tres al cuarto y me dicen
desnúdate y ponte boca abajo en la cama ni bien lo hice recibo unos
chirlos en el culo cada vez más fuertes hasta que al aflojarme todo
siento algo en mi trasero cuando me quiero dar vuelta Silvina que
hasta ese momento estaba inactiva me dice: NI SE TE OCURRA DARTE
VUELTA y sin más me dice chúpame la concha que estoy recaliente.
Nunca en mi vida vi algo así un marido cornudo y marica a la vez
ésto sí que me esta gustando, mientras la chupaba en el culo me
estaban poniendo un pepino muy grande que me lo estaba rompiendo
todo.
La noche siguió y me hicieron de todo y ellas divirtiéndose y riendo
me llamaban cornudo, puto, come pijas etc., etc.
Carlos
PD: me gustaría recibir relatos de quienes viven situaciones
similares donde les gusta ver a sus mujeres con otros y sentirse muy
cornudos y contentos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)